Embarazo y miedo al parto

La “tocofobia” es un persistente, anormal e injustificado miedo a dar a luz. Conocido también como “locquiofobia”, que proviene de la palabra griega tokos que significa hijo o descendencia. Científicamente se define como un profundo terror al embarazo y parto.

Las mujeres que sufren este problema afirman que les traumatiza todo lo que tenga que ver con gestar o dar a luz un hijo. “Clínicamente es un trastorno de ansiedad, una fobia específica y determinada por un número de síntomas y determinadas características”, señala Lucía Godoy, sicóloga de UNAB.

Diferencias de Tocofobias

Se distinguen dos grupos de tocofobias: primarias y secundarias. La experta señala que en las primeras se ubican las mujeres que nunca han tenido hijos. A pesar de que muchas de ellas pueden echar de menos los sentimientos y las emociones de tener hijos, el miedo al dolor físico o a la falta de fuerza necesaria para dar a luz las frena ante la idea de quedar embarazada.

En algunos casos sufren depresión porque se culpan a sí mismas de este trastorno que les impide disfrutar de la maternidad, sobre todo cuando ven que sus amigas y familiares tienen hijos a los que aman y protegen.

En el segundo tipo estarían las que han pasado por el proceso de la maternidad y han tenido una mala experiencia. Estas mujeres evitan desesperadamente repetir la historia, incluso tratan de convencer a cercanas de que no se queden embarazadas.

Atención con los síntomas

La sicóloga de UNAB explica cuáles son los principales rasgos de las personas que sufren miedo excesivo al parto:

  • Tienen un temor acusado y persistente, el cual es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de la situación de parto o el embarazo.
  • La exposición a la situación misma del parto o su anticipación provoca casi siempre una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia y la persona reconoce que este miedo es excesivo o irracional.
  • La situación de parto se evita o se soporta a costa de una intensa ansiedad o malestar que incluye pesadillas, dificultad de concentrarse en el trabajo o en actividades familiares, ataques de pánico, debilidad, ganas de llorar, de gritar y náuseas. Incluso pueden llegar a sufrir ataques de ansiedad y problemas sicosomáticos.

Consecuencias

A menudo, el miedo al parto motiva una consulta para hacerse una cesárea electiva. Algunas de las mujeres que piden desesperadamente una cesárea no lo hacen porque no puedan llevar a cabo un parto natural, sino porque están aterradas ante la idea.

El miedo a los dolores de parto está fuertemente asociado con el miedo al dolor en general; un parto previo que se haya complicado o en el cual el dolor no se ha aliviado adecuadamente también puede causar esta fobia.

“Algunas de estas mujeres tienen tanto miedo al parto que llegan a perder a sus parejas si éstas se encuentran decididas a tener hijos. Ponen tanto énfasis en evitar pasar por el parto que no les importa dejar de lado su estabilidad emocional. Otras mienten descaradamente a sus parejas y les hablan de imposibilidad para concebir, cuando realmente están poniendo los medios para que no ocurra un embarazo”.

Tratamiento

Lucía Godoy afirma que este desorden sicológico puede ser pasado por alto por los profesionales de la salud. Como cualquier otra fobia específica o desorden de ansiedad se asocia con depresión y trastorno de estrés postraumático. Cuando la mujer reconoce el problema y entabla una relación cercana con los obstetras u otros especialistas puede reducir su severidad y asegurar un tratamiento eficiente.

Las mujeres que sufren tocofobia pueden pedir consejo a un sicólogo para poder tener hijos sin miedo, pero lo normal es que no lo hagan, a fin de que la opción que han elegido (la de no ser madres) no les afecte en su vida personal y que no tengan remordimiento por ello. Y, generalmente, en el caso de querer disfrutar de la maternidad eligen la adopción.

“Sin embargo, toda solución pasa por un buen tratamiento sicológico que les permita superar el problema y vivir tranquilas con ellas mismas, sin sentir culpa o miedo que les impida desarrollarse como pareja o como madres”.