En nuestro país, cada año se celebran aproximadamente 67 mil matrimonios, pero también se registran más de 47 mil divorcios en el mismo periodo. Y es que las relaciones humanas son complejas. A los sentimientos que existían al inicio de la relación —como el encantamiento, atracción física, enamoramiento y afinidad de intereses— se van incorporando emociones derivadas de las nuevas tareas y factores externos que comienzan a intervenir —como el trabajo, los hijos, los problemas de la vida diaria, las frustraciones, problemas económicos, etc. A veces, el no saber cómo enfrentar estas dificultades hace naufragar la relación de pareja.

Tras conversaciones con amigos o familiares que están viviendo una crisis de pareja, a veces queda la sensación que, si estas dificultades hubieran sido atendidas a tiempo con voluntad de ambas partes, se podría haber otorgado una nueva oportunidad e incluso haber determinado el inicio de una nueva y mejor relación.

Hacia fines de la década de los ‘80, Ricardo Cariaga junto a su mujer Mónica Silva crearon el centro de investigación, capacitación y apoyo terapéutico “Vivir en pareja”, instancia que a través de un completo programa ayuda a muchas personas a mejorar sus relaciones. Basado en su experiencia personal —y con un lenguaje sencillo, práctico y directo— Cariaga lanzó recientemente el libro “¿Por qué nuestra relación no funciona si nos queremos tanto?” (Editorial Planeta). En él entrega interesantes reflexiones para aquellos que, habiendo escogido libre y conscientemente la vida en pareja, al cabo de unos años comienzan a pensar en terminar la relación, ya sea por el paso del tiempo, la rutina o el exceso de preocupaciones personales, entre otras cosas.

Los pilares de una buena relación

Según Cariaga, “muchas personas llegan hoy a nuestra consulta diciéndonos que se quieren mucho al otro, pero que no creen estar enamorados. En definitiva, lo que les ocurre es que tienen el afecto y el compromiso, y además tienen el sexo, pero les falta pasión por la relación”.

Para el experto, esto rápidamente se transforma en una carencia que instintivamente se intenta suplir de algún modo… entonces se busca la pasión por fuera. Que a veces es otra persona, pero que también puede materializarse a través de un ascenso, una venta, un proyecto personal, un hobby o los hijos, y gracias a esto la relación se mantiene. Porque el afecto y el compromiso representan la estabilidad, y la estabilidad es muy importante para las personas.

Para hablar de los pilares de una buena relación de pareja, Cariaga explica la teoría del Triángulo del Amor, concepto desarrollado por el sicólogo norteamericano Robert Sternberg. Aquí destacan tres elementos:

-Intimidad, entendida como afecto y cariño.

-Compromiso, entendido como el trabajo de amar a la otra persona, manteniendo la colaboración, el apoyo, la protección y el respeto mutuo.

-Pasión, entendida como el intenso deseo de unión con el otro (complicidad, sexualidad, proyectos en pareja).

Según el terapeuta, un aspecto importante que surge en este tema es el hecho de pensar que las relaciones son para siempre. Esta “falsa” seguridad atentaría contra el objetivo de priorizar el cuidado del vínculo por sobre otros aspectos o áreas de la vida diaria. Si no hay motivación para seguir trabajando por algo, corremos el riesgo de “dejarnos estar”. Cariaga menciona el ejemplo de un grupo de legisladores en México que está proponiendo una reforma al código civil que permitiría a los “enamorados” decidir la duración del compromiso. La propuesta ha sido impugnada por varios sectores conservadores. “Yo pienso que nada de esto sería necesario si tuviéramos conciencia permanente de que la relación de pareja, sea matrimonio o convivencia, NO ES SEGURA y NO FUNCIONA A TODO EVENTO. Hay que trabajar para mantener el afecto, compromiso y pasión. Si te dejas estar en algún aspecto de la relación, esta va a terminar mal. Si esperas que la relación fluya sola, no va a fluir. Si crees que el otro va a estar enamorado de ti por siempre porque se comprometió a eso sin importar cómo te portes, el amor que entregues o las atenciones que brindes, déjame decirte que eso no va a suceder”, destaca el autor.

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Ideas que no siempre son ciertas

Otro aspecto que las parejas suelen no tomar en consideración es que no saben identificar lo que el otro realmente quiere o desea. Uno tiende a definir unilateralmente qué es lo que yo creo que mi pareja necesita o la pone contenta. En este caso, el consejo apunta hacia preguntar directamente lo que quiere y cómo lo quiere. “Definitivamente, aquella persona que no tiene es porque no sabe pedir. Hay que dejar de pedir cosas ambiguas como por ejemplo: ‘Quisiera que fuéramos más cómplices’. ¿Qué es ser más cómplices?”, recalca.

También hay una opinión bastante generalizada en las mujeres sobre que los hombres son muy rabiosos. En relación con esto, Cariaga señala en su libro que “desde niños a los hombres solo se nos permitió expresar una única emoción sin riesgo de ser descalificados: la ira. Por eso cada vez que nos sentimos inseguros, nos enojamos; cada vez que tenemos pena, nos enojamos; si nos sentimos desorientados, nos enojamos. No es lo mismo sentir que expresar y a los hombres les cuesta expresarse correctamente”.

Respecto de la infidelidad, Cariaga plantea que ser infiel al compromiso de trabajar la relación permanentemente es muchas veces la causa de aquella infidelidad que termina en involucrarse con otra persona. Y, ciertamente, darse cuenta que tu pareja ha sido infiel produce mucho dolor. Es sentirse traicionado por quien más amas.

Según estudios realizados en el centro “Vivir en pareja”, los matrimonios realmente exitosos representan un 13,5%, prácticamente uno de cada diez. Entonces uno se pregunta: ¿qué paso en el camino? Según el autor, el objetivo principal de casarse es ser feliz y pasarlo bien juntos. De pronto empiezan aparecer las dificultades propias de la vida que se empiezan a acumular. Las parejas dejan de trabajar por cumplir el objetivo original y ponen el foco en los problemas. “El dilema es no saber solucionar los problemas. Uno se capacita para todo en la vida, menos para lo más difícil y definitivo: ser padres y ser pareja”, indica.

Un buen parámetro para saber si hemos tomado decisiones correctas en nuestra vida de pareja es fijarnos en el resultado. Si hay una relación constructiva, rica, entretenida y comprometida, es señal de que hemos acertado en nuestras decisiones. En todo caso, las malas decisiones muchas veces se toman por falta de conocimiento.

Establecer un objetivo

Con el paso del tiempo las personas van evolucionando, cambiando sus gustos e incluso sus puntos de vista dependiendo de las experiencias vividas. Esto hace que la imagen actual que uno tiene de la pareja sea distinta de la que uno tenía al inicio de la relación. “Ser auténtico dentro de la relación y tener conciencia de que ambos podemos no ser los mismos de ayer, te mantiene atento y expectante a los cambios y al descubrimiento permanente. Te lleva a entender, también, que por lo mismo nada es seguro”, señala.

El autor nos recuerda que uno cree que tiene la vida comprada y que hay tiempo para todo, pero podría no haber un después. Sostiene que en nuestra cultura privilegiamos las obligaciones, los deberes y compromisos. Entonces es necesario planificar la entretención en pareja y ser fiel a esa planificación para disfrutar de una buena relación.

Incluso va más allá y explica que es fundamental que durante el compromiso haya una estructura en la que esté definido cuál es el objetivo y qué hacer para lograrlo. Que establezca cuáles son las funciones, los límites y las actitudes básicas de la relación. “Quien me tiene que tener contento y satisfecho es la relación, la ‘empresa’ que hemos formado juntos. ¿Cuál es el objetivo de la empresa? Estar contentos, ser felices y pasarlo bien a pesar de los problemas. Pero eso no se lo podemos exigir a nuestra pareja, hay que exigírselo a la ‘empresa’. La relación es la que tiene que hacernos sentir bien y en armonía, mientras construimos una familia y un proyecto de vida juntos”, finaliza.