Deben poseer tres características fundamentales:
- a) resistencia a la digestión en el intestino delgado
- b) Fermentación parcial por bacterias en el intestino grueso
- c) Estimulación selectiva de la actividad de una o de un número limitado de bacterias en el intestino grueso.
Los prebióticos pueden ser de gran tamaño (polisacáridos) o de tamaño más reducido (oligosacáridos). Los oligosacáridos de la leche materna se basan en un tipo de azúcar fundamental y muy abundante en la leche materna: la lactosa.
La lactosa que contiene la leche materna juega un papel crucial en el desarrollo de la microbiota intestinal del bebé, favoreciendo su salud presente y futura. Se le considera el primer prebiótico en la alimentación humana, responsable del elevado número de bifidobacterias presentes en el intestino de los lactantes.
Un efecto positivo de los oligosacáridos de la leche materna es que evitan que las infecciones lleguen al torrente sanguíneo y reducen el riesgo de inflamación cerebral. Además, regulan el tránsito intestinal y estimulan las enzimas del colon, favorecen la absorción intestinal de elementos indispensables como el calcio y el magnesio, ayudan a regular los niveles de colesterol y glucosa, y favorecen la eliminación de tóxicos.
Fórmulas lácteas
El elevado contenido de prebióticos de la leche humana no se encuentra en todas las especies animales y por ello las fórmulas infantiles (a base de leche de vaca modificada) deben adicionar este compuesto.
Las fórmulas lácteas se han ido modificando a través del tiempo y a medida que se han ido conociendo las necesidades del lactante. Hoy en día se encuentran enriquecidas básicamente con dos tipos de sustancias prebióticas: los fructooligosacáridos (FOS, de origen vegetal u obtenidos por métodos químicos) o los galactooligoscáridos (de origen lácteo o también obtenidos por métodos químicos). De hecho, se recomienda su uso combinado en unas proporciones adecuadas para imitar al máximo las funciones de los oligosacáridos de leche materna.
La presencia de prebióticos en la fórmula infantil cambia claramente la composición de la flora gastrointestinal y el aspecto de las deposiciones en niños sin patologías asociadas, que se hacen similares a la composición y aspecto de los niños alimentados con leche materna. Además, mejora la absorción de minerales y micronutrientes, y otorga una tendencia beneficiosa en la salud, en general. Su adición es inocua.
¿Qué son los simbióticos?
Según la literatura, los simbióticos son la aplicación combinada de probióticos y prebióticos. Es probable que si se administran los dos juntos se obtienen mayores efectos que si se administra solo uno de los dos. Es decir, combinan las ventajas de ambos.
No existen muchos estudios clínicos sobre la combinación de probióticos y prebióticos. Sin embargo, uno de los estudios más interesantes con simbióticos se realizó en Asia en 650 niños que recibieron durante un año una combinación de probiótico y prebiótico. Al cabo de ese lapso se encontró un claro beneficio para la salud, con disminución de diarreas, enfermedades y días con fiebre, así como aumento de los niveles de hemoglobina, probablemente por mejoría de la absorción, y reducción de la deficiencia de hierro. Además, la ganancia de peso y el crecimiento mejoraron.
Se concluyó que, por lo menos en los países en desarrollo, la adición de simbióticos a las fórmulas infantiles se traduce en un claro beneficio para la salud (Sazawal S. Asia Pac J Clin Nutr 2004; 13(supply);S28).
Por: Paulina Campos, enfermera y asesora de lactancia. Creadora de Bendita Lactancia @blactancia
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