Según la encuesta Voces Docentes, que realizó Elige Educar y el Centro de Políticas Públicas de la U. Católica, el 66% de los profesores chilenos dice sentir indiferencia y falta de apoyo de los apoderados de sus alumnos.

Al respecto, Francisca Puga, psicóloga y directora ejecutiva de Triple P Latinoamérica, explica que muchas veces pasa que al profesor le toca enfrentarse con padres o madres que no están tan involucrados en los problemas del niño. Son poco asertivos en su forma de comunicarse y exponer las dificultades del hijo. Por otro lado, los padres deben tener en cuenta que el profesor no maneja todos los temas y no siempre tiene las soluciones de los problemas.

La psicóloga señala que suele suceder que padres y educadores actúan de formas que son mal interpretadas por la otra parte. “Los profesores pueden pensar que a los padres no les importa mucho su hijo o que están demasiado involucrados y lo sobreprotegen. Los padres pueden pensar que los profesores son muy críticos y que están juzgando mucho a su hijo”, indica.

A raíz de esto, muchas veces estas reuniones son tensas o confrontacionales. Especialmente porque, a veces, ambos actores sienten que están haciendo lo que es mejor para el niño y dudan de la contraparte. “Hay que ver el problema desde el otro lado y empatizar. Porque el objetivo es que padres y profesores trabajen juntos y creen soluciones que beneficien al niño”, señala.

Tome nota

  1. Recuerde que todo es sobre cómo trabajar en equipo, con el interés del niño al centro. No sobre quién tiene la razón, quién está equivocado y de quién es la culpa. Además de ser el principal apoyo de su hijo, ayuda si como madre o padre se convierte en un buen comunicador. Debe escuchar y prepararse para trabajar en forma colaborativa con el colegio. Cuando hay un problema escolar puede ser necesario desarrollar un plan de manejo específico.
  2. Incentive a su hijo a que resuelva los problemas por sí mismo, si es que puede. Promueva su resiliencia, entregando la medida justa de apoyo, pero no más.
  3. Esté preparado para hablar con el profesor si es necesario. Por ejemplo, si es que hay algo que está sucediendo en el hogar de lo que debería enterarse el profesor, o si es que tiene preocupaciones acerca de las tareas, situaciones de bullying o conductas poco apropiadas, es aconsejable plantear estos temas en una reunión.
  4. Pida una cita. No dispare sus preocupaciones a un profesor que puede estar apurado y no convierta lo que debería ser una discusión privada en un debate público.
  5. Hable primero con el profesor de su hijo, no con alguien de dirección. El educador tiene una relación cotidiana con su hijo y lo conoce mejor. No es buena idea pasar por encima de él, sino darle la oportunidad de trabajar juntos el problema.
  6. Sea claro acerca del tema. Piense previamente, y de manera cuidadosa, lo que va decir y manténgase enfocado en el tema.
  7. Evite las confrontaciones y culpar, acusar o asumir cosas antes de tiempo. Evite defender a su hijo antes de que el profesor exponga la situación. Además de hablar, escuche atentamente. Mantenga la calma y resuma lo que piensa acerca de lo que el profesor acaba de decir, para confirmar que entendió correctamente.
  8. Sea honesto si es que está teniendo dificultades con su hijo. Hable acerca de lo que ha tratado de hacer a la fecha. El profesor puede no saber que usted tenía conciencia de algún problema. Ambos pueden revisar cómo van las cosas en la sala de clases y hacer algunos ajustes.
  9. Pregúntele al profesor qué estrategias ha probado. Esto le permitirá definir en qué medida las estrategias de manejo del colegio se parecen o difieren de las suyas. Si es que hay una diferencia significativa, vale la pena revisarla y acordar un enfoque más consistente.
  10. Haga una revisión. Una vez que han podido diseñar una posible solución en conjunto, parte del plan es realizar conversaciones regulares para discutir cómo están yendo las cosas. Así se puede monitorear el progreso y hacer los ajustes que se requieran.