El desarrollo del lenguaje es uno de los procesos más largos y complejos del ser humano. Comienza desde el momento en que el niño puede escuchar y comenzar a distinguir cada uno de los sonidos que componen el habla.

Este proceso se va desarrollando junto con el juego vocálico del niño, transformándose en un círculo que se retroalimenta cada vez: el niño balbucea y se escucha, le parece interesante y vuelve a balbucear, esta vez ensayando con otros tonos, volúmenes y entonaciones, enriqueciendo de esta manera su juego vocálico.

Desde muy pequeño es capaz de diferenciar las voces de sus padres y familiares más cercanos, distinguiéndolas de los sonidos ambiente. Junto con escuchar, el niño vive experiencias que alimentan su pensamiento, capacidad de relacionar sucesos, eventos y rutinas. Todo esto va conformando paulatinamente en su cerebro un sistema de símbolos, los cuales se relacionan con cadenas de sonidos propias para cada símbolo: las palabras. Así va desarrollando el lenguaje.

Hay algunos niños que tienen dificultades en la selección del sonido adecuado para formar la palabra. Esto constituiría un defecto en la “programación”, asociado a veces a un problema de procesamiento de la información auditiva. Otros seleccionan bien los sonidos, sin embargo, tienen dificultades en la realización articulatoria, en la pronunciación de la palabra.

Esta última situación constituiría un trastorno de habla si persiste después de los cinco años. Por ello, hasta los cuatro años y medio el niño realiza intentos articulatorios, ensayos de pronunciación, produce palabras, y discrimina los sonidos, realizando acomodaciones hasta hablar correctamente la lengua de su entorno.

Ayudando a la pronunciación

Los padres, profesores y cuidadores del niño son los principales modelos para la producción lingüística. Durante este período es fundamental que estimulen el habla entregando al niño modelos lingüísticos adecuados. Si es necesario se debe pronunciar correcta y lentamente, con alta frecuencia de repetición del estímulo o palabra. Por ejemplo, si el niño dice “pátano” o “piátano” por “plátano”, sus padres deben repetir el modelo adecuado en distintas situaciones: “Hoy día tomaremos leche con plátano”, “Iremos al supermercado y compraremos muchos plátanos”, “¿Te gusta el plátano?”, “¿Te comiste el plátano que llevaste de colación?”.

La mejor forma de estimular la buena pronunciación es hablar la lengua tal como es, sin uso de diminutivos o acortando las palabras. La corrección: “No, no se dice “piátano”, se dice “plátano”, no entrega más aporte al lenguaje, y estimula a que el niño piense “lo estoy haciendo mal”.

Al cumplir los cinco años se espera que el niño sea capaz de pronunciar todos los sonidos del español en manera correcta. El pequeño que tiene problemas de pronunciación mientras cursa kinder tiene un alto riesgo de presentar problemas en el aprendizaje de la lecto escritura.

Es en este período cuando los padres deben preocuparse y consultar especialistas como fonoaudiólogos, pediatras, otorrinos o neurólogos, para no complejizar la situación en el ingreso a la vida escolar sistemática.

 

Por: Zulema Vivanco, fonoaudióloga Universidad Andrés Bello.