Familias: ¡Volvamos a la naturaleza!
La tecnología está muy presente en nuestras vidas. Tanto así que cuesta imaginar esos años sin teléfonos celulares ni computadores. Eran tiempos donde, además de ver televisión, los niños jugaban con amigos del barrio, saltaban la cuerda, se entretenían con la escondida, el pillar o interpretando a un doctor, vendedor o cocinero de pasteles de barro.
Leer artículo completo
Para conocer un poco más acerca de este importante tema conversamos con Daniela Ivars, líder pedagógico de Escuela Bosque Aprender en la Naturaleza y directora de Fundación Cifrep, quienes tienen vasta experiencia impulsando a los niños a vivir conectados con la naturaleza. Cada vez nos relacionamos menos con nuestros vecinos, pasamos menos tiempo en la calle, estamos más conectados por internet pero interactuamos menos. Esto nos lleva a desconfiar más del entorno y a no dejar que los niños y niñas jueguen solos al aire libre. Algunos autores hablan del síndrome de madre/padre helicóptero o necesidad de tener el control sobre los hijos las 24 horas del día. Esto sucede cada día más; lo vemos en familias que llegan con ese miedo, los escuchamos y acompañamos para que tengan las herramientas necesarias para cuidar sin sobreproteger a su hijo o hija. Es importante reconocer este miedo y solicitar apoyo de profesionales. Desconfianza y desconocimiento del mundo, sobrepeso, mala calidad del sueño, problemas para concentrarse e interactuar con otros. Estas son consecuencias que seguirán en su vida adulta, ya que tendrán menos resiliencia, creatividad y habilidades sociales. Por eso es imprescindible tener experiencias al aire libre: correr, escalar, saltar, tomar decisiones con otros pares desde temprana edad. Efectivamente, los niños y niñas pasan cada vez menos tiempo en la naturaleza. Son pocos los que prefieren estar afuera en vez de estar pegados a una pantalla. Esto claramente crea consecuencias que el periodista Richard Louv explica muy bien en su libro “Los últimos niños en el bosque”. Su lenguaje está menos desarrollado, les cuesta imaginar y se limitan a imitar la realidad de las pantallas. No se atreven a descubrir, explorar y sobre todo desarrollar un juego, normas, aventuras con otro de su misma edad. Niños y niñas que no están acostumbrados preguntan: ¿a qué puedo jugar?, ¿qué puedo hacer? Este “déficit de naturaleza” lo hemos visto en la Escuela Bosque cuando los niños vienen por primera vez. Pero rápidamente, y con un acompañamiento óptimo por parte de las educadoras, se olvidan de las pantallas. Su juego se complejiza, la relación con los otros y el entorno cambia y, por ejemplo, se atreven a probar frutas y alimentos que antes no comían. El juego al aire libre desde la primera infancia es fundamental para el buen desarrollo cognitivo y físico de los niños. Cuando juegan, trabajan la autoestima, la autoconfianza, la creatividad; mejoran el lenguaje, la propiocepción, la concentración y la resolución de problemas entre ellos. Además de todos los beneficios para el ser humano están los beneficios por el cuidado de la naturaleza. Los niños y niñas que tienen experiencias positivas en la naturaleza, más contacto, conocimiento y conexión con ella, participarán en su conservación, según lo indicado por la investigadora Louise Chawla en su último trabajo. Por otra parte, la profesora Tanka Sobko señala en su más reciente estudio: “Cuanto más disfrutaban los niños de la naturaleza, menos angustia y deterioro general mostraban, y una mayor responsabilidad hacia la naturaleza”. Desde los inicios de los jardines infantiles con Rousseau —y después con pedagogos reconocidos como Montessori, Loris Malaguzzi, Lóczy, Sensat— siempre se ha destacado la importancia de utilizar elementos naturales y partes sueltas para jugar y aprender. Los elementos naturales tienen una ventaja, y es que se adaptan a todas las edades y grados de desarrollo. Los espacios al aire libre con biodiversidad y variedad de recursos pueden ser utilizados como materiales didácticos, aportando al aprendizaje significativo. Estos espacios relajan, ayudan a la concentración y a fijarse en los pequeños detalles de nuestro entorno. Ver la evolución de un espacio verde te enseña a cuidarlo y tener una conexión con el mismo, por las experiencias que te aporta. Me gustaría aclarar que la Educación en la Naturaleza no es solo estar en la naturaleza. Es importante saber que esta consta de 3 pilares fundamentales: naturaleza, juego libre y acompañamiento respetuoso. Mientras están cosechando o sembrando, los niños cuentan los tomates, zapallos o semillas aprendiendo matemáticas y ciencias ambientales desde la experiencia. Comparan tamaños, texturas, colores y olores. Siempre escuchamos a los niños y niñas comparar el tamaño de las palabras, las letras que se repiten y los sonidos. Por ejemplo, en uno de los maitenes que tenemos en la Escuela Bosque hay un cartel que describe la especie y un día escuchamos decir: “Es como Maite pero sin en”. Claramente los niños tienen intrínsecamente el interés por aprender, solo debemos enriquecer el entorno para facilitar los aprendizajes. Diciendo no a las pantallas sin miedo. El problema no es usarlas, sino saber decir basta. La Academia Americana de Pediatría recomienda que de 0 a 2 años no utilicen nada de pantallas; de 2-5 años, entre media y una hora al día; de 7 a 12 años, una hora con un adulto delante y nunca en horas de comida; de 12 a 15 años, una hora y media; y más de 16 años, dos horas al día. Lo importante es tener normas y horarios. Y evitar las pantallas antes de ir a dormir ya que afecta a la segregación de melatonina, la hormona que ayuda a regular el ciclo del sueño. Por ejemplo, podemos limitar su uso a 30 minutos diarios o definir el viernes en la tarde como día de películas, sabiendo que es posible cortar y continuar al día siguiente. Es importante no caer en la entretención continúa. Además, debemos dar el ejemplo haciendo nosotros mismos un buen uso de las pantallas. No podemos utilizar la pantalla como castigo o premio y las normas de uso deben ser claras desde el nacimiento de un hijo. Porque conforme van creciendo, será más difícil quitarlas o regularlas. Es posible que un niño o niña de 4 o 5 años acostumbrado a pasar muchas horas viendo televisión se altere o tenga crisis durante el día si se les quita. Es como cualquier otra adicción y por eso es importante regularlas de a poco dando alternativas. Estos centros comparan las consecuencias y la adicción a las pantallas con el comportamiento de un heroinómano. Hacen actividades físicas, manuales, terapias de sociabilización, cocina… y cada vez atienden a pacientes más jóvenes. Nosotros conocemos las terapias de baño de bosque y el aprendizaje fluido propuesto por Joseph Cornell, donde se van realizando actividades por etapas que van conectando todos los sentidos con la naturaleza para en último lugar lograr un aprendizaje o un interés por el entorno. Saliendo a la naturaleza, respetándola y cuidándola. En la Escuela Bosque vemos como los niños y niñas nos imitan después de unos meses de asistir. Imitan como tratamos a los animales, como saludamos a las personas, como observamos un ave y como sembramos una semilla… Por ello es importante no solo decir, sino que hacer. Sí, las niñas y niños pueden participar en la jardinería pero dependiendo de la edad, ya que esto puede ser una frustración para el acompañante adulto si desea que sea continuo y ordenado. Es importante que la actividad sea una experiencia sensorial, con olores, vista, tacto, en fin, un juego. El aprendizaje lo aportaría la constancia en el tiempo, siendo el adulto un ejemplo. Disfrutar, dejarse sorprender por la naturaleza y tomarse el tiempo necesario es lo primero. Lo segundo sería prepararnos: una mochila con agua, gorra, bloqueador y algo para comer. Y lo tercero, salir a un espacio natural como plaza, cerro, parque nacional, etc. En Santiago tenemos el cerro San Cristóbal, la Quinta Normal y la Quebrada de Macul que son gratuitos. Después está el parque Mahuida, Aguas de Ramón y el Santuario de la Naturaleza, entre otros. Lo importante no es el destino en sí, sino el camino. Pararse a observar los insectos, el agua que corre, las huellas en la tierra, el pajarito que recoge semillas. ¡Estos son grandes panoramas para los niños y niñas! En los paseos, las preguntas irán surgiendo y podrán investigar y aprender juntos. Una acotación: es común que los adultos quieran explicar todo a los niños, por ejemplo, el cambio climático y la necesidad de reciclar y cuidar el planeta. Pero es importante no caer en la ecofobia o miedo que genera la incertidumbre por los desastres naturales. Por ello es recomendable actuar desde la conexión, el ejemplo y sentido común. Cuidamos porque nos importa, lo queremos y conocemos y no queremos que se dañe, como cuidamos nuestra casa o a un familiar. Esto va a depender mucho del adulto que acompaña, pero me gusta decir que más que proponer actividades hay que dejarse llevar y sacar “al niño interior” que cada vez dormimos más temprano. Algunas ideas pueden ser crear caras con los elementos naturales que encontramos en una plaza, por ejemplo, ramas, piedras, arena, hojas. Clasificar los elementos naturales que encontramos por tamaño, color, etc. Crear formas con las nubes, seguir el camino de las hormigas e intentar adivinar dónde está su casa, crear “casitas de duendes” o crear un circuito con ramas. ¡Imaginemos todas las posibilidades! Fundación Cifrep nace el año 2014 con el objetivo de dar visibilidad a la voz de la infancia. Sus fundadores y directores tuvieron la oportunidad de trabajar y aprender de la Educación en la Naturaleza en Noruega, donde observaron los beneficios físicos y cognitivos de estar al aire libre, además de la vivencia de la ciudad y la escucha respetuosa de la infancia. El año 2019 comienza a funcionar la Escuela Bosque-Aprender en la Naturaleza, donde niños y niñas consiguen los objetivos del currículum de educación parvularia en contacto con la naturaleza, a su ritmo y desde el juego. “Queremos que la educación inicial en Chile ofrezca estos principios. Sabemos que es un largo camino por el cambio de paradigma que representa. Pero esto ya comenzó y vamos avanzando. Cada vez son más las universidades que cambian su malla curricular en la carrera de educación parvularia. Además, muchos profesionales de la educación nos han escrito para cambiar sus clases o iniciar sus propios proyectos. En octubre realizaremos un curso online con una propuesta presencial y estamos realizando asesorías a centros educativos e instituciones que quieren iniciarse en la Educación en la Naturaleza”, destaca Daniela. Si deseas más información de este tema o de la Escuela Bosque Aprender en Naturaleza visita: @aprenderenlanaturaleza – https://cifrep.org
Y aunque la tecnología nos ha ayudado muchísimo, también influyó en que la vida familiar se volcara hacia el interior de casas y departamentos al punto de acuñarse el término “déficit de naturaleza” para describir la realidad de encierro que viven muchos niños en la actualidad. ¿Qué consecuencias ha traído esto? Lo estamos descubriendo a través de estudios internacionales que nos hablan del abuso de pantallas y de comportamientos menos sociales en niños y adolescentes.
Daniela, ¿por qué crees que los niños empezaron a tener una vida muy dentro de casa y lejos de la nataraleza?
¿Qué consecuencias negativas tiene el que los niños vivan permanentemente encerrados?
¿Cuál es tu visión respecto al llamado déficit de naturaleza?
¿Cuáles son los puntos positivos que entrega el juego al aire libre?
¿Y cuáles son los puntos positivos de que la educación formal (colegio y jardines) incluya tiempo al aire libre?
Hoy se habla bastante del abuso de pantallas. ¿Cómo lograr que los niños se desconecten de ellas y se conecten con el mundo exterior?
En otros países existen centros de desintoxicación de pantallas. ¿Qué puedes contarnos al respecto?
¿Cómo pueden los padres incentivar el amor y gusto por la naturaleza en sus hijos?
¿La jardinería puede ser una actividad entretenida para los niños?
¿Qué ideas de panoramas o actividades al aire libre puedes sugerir a los padres?
¿Y qué ideas de juegos sugieres para lugares más pequeños: el jardín de la casa o plaza cercana?
Trabajo con niños pequeños