Los niños también sufren ansiedad
La Asociación Americana de Psiquiatría, en su Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), hace una distinción entre miedo y ansiedad. Conceptualiza el miedo como una “respuesta emocional a una amenaza inminente”, mientras que la ansiedad la describe como una “respuesta anticipatoria a una amenaza futura”.
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Sí, de hecho es uno de los problemas de salud mental más frecuentes. Un artículo publicado en la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile (2019) señala que en Chile los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes tienen una prevalencia de 8,3%. De igual modo, indica que, a nivel mundial, es la patología de salud mental más frecuente en estos grupos etarios. La Clínica Mayo se refiere a los síntomas de la ansiedad señalando como los más típicos la sensación de nerviosismo, sensación de peligro inminente, pánico, aumento del ritmo cardiaco, respiración acelerada, sudoración, temblores, dificultades de concentración, dificultades para conciliar el sueño, etc. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) explica que la ansiedad también se puede asociar con tensión muscular, hipervigilancia respecto a peligros futuros y comportamientos cautelosos y evitativos. Según el mismo manual, existen distintos tipos de trastornos asociados a la ansiedad. Se diferencian según el tipo de objetos o situaciones que producen miedo, ansiedad o conductas evitativas, tales como: La Clínica Mayo indica que no está completamente clara la etiología de estos trastornos. Sin embargo, señala que ciertas experiencias de vida, como los acontecimientos traumáticos, pueden provocar tendencia a este tipo de patologías. De igual modo, puede ser que la herencia genética sea otro factor relevante que pueda predisponer a la persona. Puede afectar seriamente el desempeño escolar y también puede interferir en el área de las relaciones sociales, tanto con familiares como con otras personas. Es muy complejo para los niños desarrollar este tipo de trastornos. Por una parte, puede resultarles invalidante en cuanto no pueden salir ni desarrollar sus funciones con normalidad. Y, por otra parte, puede afectarles mucho tener este tipo de reacciones al ser muy incómodas y de alta activación emocional. Se convierte en un evento perturbador el vivir una experiencia corporal, emocional y cognitiva de estas características. Si es una ansiedad normal, es decir, pasajera y de leve a regular intensidad, es importante que actuemos como cuidadores ayudándolos a volver a la calma. Para esto, siempre va a ser fundamental que los hijos sepan que pueden encontrar figuras de apego disponibles cuando lo necesiten y que cuentan con ellas en situaciones que puedan considerar peligrosas. Los hijos deben saber que van a ser validados y acogidos en sus temores, que sus necesidades van a ser cubiertas y que van a ser protegidos. De igual modo, en la medida que el niño o niña avance en edad, el cuidador debe ser capaz de ir proveyéndole la autonomía que necesita. Ahora bien, si sospechamos de un trastorno de ansiedad es indispensable consultar a un profesional de la salud mental, ya sea psiquiatra o psicólogo, para que pueda realizar la evaluación pertinente y de ser necesario comenzar un tratamiento. Por: María José Ortúzar, psicóloga. Instagram: @ps.resiliencia [irp posts=»3330″ name=»Claves para reconocer el estrés en los niños»]
La Asociación Americana de Psicología, por su parte, señala que es normal sentir preocupación o nerviosismo de manera ocasional. En este sentido, la ansiedad sería una reacción humana normal frente a situaciones que pueden ser estresantes. Sin embargo, puede volverse un trastorno cuando no se presenta en un momento puntual, sino que aparece como algo persistente, que incluso puede empeorar en el tiempo.
¿Puede afectar a los niños?
¿Cómo reconocer el problema?
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¿Cómo afecta la ansiedad a los niños?
¿Qué podemos hacer si nuestro hijo o hija presenta ansiedad?