Las estadísticas arrojan que un 2% de la población general padece de tartamudez. Día a día son más las familias que consultan tempranamente por afectación del habla de sus hijos que en el contexto escolar actual, dentro del colegio, suelen ser foco de burlas y malas calificaciones por sus desempeños en tareas que involucran una exposición verbal de alta demanda.

“Para la National Sttutering Association (NSA) la tartamudez es un desorden de la comunicación, lo que significa que los niños y personas que tartamudean no solo tienen sintomatología en su producción verbal, sino que junto a ello, se compromete de modo importante y central, su posibilidad y capacidad de comunicarse cómodamente con su entorno más cercano, sea este su familia, su entorno social, laboral y/o escolar”, explica Claudia Figueroa, académica de la Escuela de Fonoaudiología de la UNAB.

Cuando esta situación es problemática, sobre todo en el colegio, es necesario tomar conciencia de la necesidad de abordar por medio de un tratamiento fonoaudiológico y muchas veces un equipo médico variado. También hay que situar el tema en el lugar en que los niños pasan la mayor parte del tiempo y generan la mayor demanda de interacciones comunicativas: el colegio.

«Un niño con tartamudez no es un menor que debe ser aislado o marginado en tareas como contar historias, responder, exponer sobre temas diversos o dar cuenta de sus intereses entre sus compañeros y profesores. Es un menor que, por el contrario, debe ser acompañado desde la contención y progresivamente con el uso de estrategias terapéuticas en el logro de estas tareas de manera eficiente”, explica la fonoaudióloga.

Recomendaciones

La experta aclara cómo debe ser abordada la situación en el colegio a través de una adecuada terapia. “Podrán tomarse más tiempo, hacer exposiciones más breves, prepararse anticipadamente para los requerimientos, pero al menos sus ideas, sentimientos, conocimientos y argumentos  serán escuchados. El aula se transforma entonces no sólo en un recurso terapéutico, sino también en un recurso emocional para los niños que tartamudean, pues pueden generar transformaciones de su constantemente apaleado sentido de competencia comunicativa, a la vez ser un medio que los acompaña y contiene desde sus necesidades”.

La académica detalla algunas propuestas de estrategias para el trabajo en sala en el colegio:

  • Crear un ambiente seguro para los niños que tartamudean. Esto es dar el espacio y los tiempos necesarios para iniciar y terminar sus intervenciones comunicativas.
  • No interrumpir las interacciones verbales de los menores que tartamudean, por muy incómodas que parezcan, su sentido de competencia se afecta si son coartados en sus posibilidades verbales.
  • No hacer referencias como “Tranquilo”, “Respira antes de hablar”, “Dilo más relajado”. Los niños que tartamudean no lo hacen porque están nerviosos, es su sistema neurobiológico el que desencadena la dificultad y empeora con la presión del entorno, además de mal interpretar lo que padecen.
  • Acordar con ellos sus exposiciones o intervenciones, de manera sencilla y clara. Quieres contarnos…? Quieres hablar de…? Sin limitarlos de antemano a una no exposición.
  • Finalmente, lo que se ha visto que siempre es una ayuda para los menores que tartamudean y que favorece su desempeño es que una vez que logre una expresión de ideas, el adulto modele la idea desde su significado y no desde la forma (como lo dijo). Por ejemplo, es útil enunciar “Ah, tú me dices que…”. “Ok, entonces tu opinión es…”. “Qué interesante, entonces tú dices que…”. Utilizando sus ideas de tal manera de generar una seguridad y sentido de competencia armonioso.