Padres e hijos en casa: el poder sanador del mindfulness
Los días de cuarentena no solo significan estar en casa. Es un espacio de tiempo que debe aprovecharse para hacer pausas sagradas y valorar el cariño, las risas, el tiempo en familia y los juegos.
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Es así como grandes y chicos nos vimos inducidos a ser más flexibles, a soltar una que otra exigencia, a priorizar lo importante y lo trascendente, irrumpiendo por un bien mayor en la cultura que valora el ritmo acelerado en dirección a la productividad y la sensación de logro. Tanto padres como hijos nos encontramos surfeando la ola de la adaptación a lo nuevo, que nos sacude mientras tratamos de mantenernos en ella sin caernos y haciendo todo lo mejor que podemos cada día según nuestras capacidades. Esto puede frustrarnos o volvernos más compasivos. Ante la incertidumbre que trae la pandemia de coronavirus y la percepción de amenaza en medio del confinamiento, ofrecer a los niños contención a través de la calidad de nuestra presencia fresca, disponible y paciente es crucial. La invitación es a ayudarles a estabilizar la mente y el cuerpo con nuestro ejemplo y trato amoroso, junto con darles una adecuada estructura de apoyo hacia su integridad. Pero lo primero es sumergirnos en nuestro propio equilibrio adulto, aun en medio del caos. Es decir, involucrarnos plenamente desde el corazón para satisfacer la necesidad de vincularnos de manera profunda, brindando a nuestros hijos un lugar propio donde puedan sentirse aceptados e importantes a pesar de las circunstancias. De este modo podrán hacerse más tolerantes, conscientes, menos reactivos e irán modelando vías para que puedan aceptar las nuevas circunstancias y a los otros. Las madres y los padres somos agentes de orden psíquico. Somos los que esculpimos a través de nuestras acciones y coherencias el cerebro de nuestras crías. Y es en esta esfera afectiva y de cuidado respetuoso, que el mindfulness o “atención plena” emerge como una práctica para enraizarnos y tomar conciencia de que todos los seres sintientes tenemos una fuerza que nos impulsa a conectar con nuestros hijos (y otros seres), con sus dolores y alegrías. Porque nos reconocemos en ellos ante la natural necesidad humana de afecto, el deseo de ser felices y de aliviar nuestro sufrimiento. Un consejo importante para los adultos: debemos tratar de ser conscientes, de habitar nuestra propia existencia con la atención focalizada en el propio ser, para no fundirme en las circunstancias que están “siendo u ocurriendo” fuera de mí. De este modo se presta plena atención a la respiración y a lo que pasa en mi propio interior y en el exterior. Podemos describir los hechos y las sensaciones con aceptación radical y sin hacer juicios, sin querer etiquetar la experiencia (“es malo”, “es bueno”). Y es que ya es cosa probada que al parar nuestro ritmo y respirar conscientemente damos tiempo a nuestro cerebro para que procese los estímulos en el neocórtex. De este modo podemos elaborar una buena respuesta y no una reacción primitiva. Inspirar a los niños a desarrollar habilidades de mindfulness para centrarse y nutrir su mente-cuerpo y espíritu, estando tranquilos y atentos, implica que los padres y madres asumamos nuestras acciones en esa dirección, demostrando que nos hace sentido desde el proyecto parental. Para perpetuar esta coherencia puede ser útil establecer una intención para ayudar a co-regular a nuestros niños preguntándonos: ¿qué es lo que valoramos profundamente?; y reafirmando: ¿qué es lo que deseamos, desde el fondo de nuestro corazón, para nosotros mismos? ¿para nuestros hijos? Desde esa autenticidad y la práctica personal podemos invitar a los niños a realizar los siguientes ejercicios: Podemos aprovechar esta crisis sanitaria y el cambio de rutinas para incorporar pequeñas prácticas todos los días. Sin exigencia. La neurociencia nos dice que mediante la práctica de nuevas experiencias nuestro cerebro se modifica. El amor y la meditación nos re-inicia. Celebremos nuestros micro logros, ya que nuestras neuroredes “atentas y compasivas” necesitan tiempo, dedicación y cuidado. Igual que nuestros hijos. Por: Emilou Marguirott. Psicóloga Clínica, coach mindfulness y directora INTERSER [irp posts=»2490″ name=»Los beneficios del mindfulness»]
Pese a ello, tanto los adultos como los niños nos hemos visto cansados y estresados ante el cambio de ambiente, el giro en las rutinas y el nuevo ritmo que nos guía a reinventarnos en la forma habitual de saludarnos y despedirnos, a estar atentos al lavado de manos y a las nuevas metodologías de trabajo y de aprendizaje escolar.
Contención
El rol del mindfulness
Ejercicios en casa