Pese a que no existe una definición universalmente aceptada, podemos entender la dislexia como un déficit en el proceso de aprendizaje de la  lecto-escritura del niño, a pesar de que tenga inteligencia normal, motivación adecuada, conveniente oportunidad educativa y nivel socioeconómico normal. Este trastorno posee raíces de tipo genético.

Signos

Isabel Herrera, M. Eliana Yrarrázaval y M. Isabel Escudero, psicopedagogas PUC, explican que en la etapa preescolar ya es posible vislumbrar signos de dislexia, como dificultades de percepción espacial, temporal y un retraso fonológico del lenguaje. Pero, en rigor, a fines de Primer y Segundo Año Básico se hace más evidente, ya que se concluye la etapa de la decodificación.

Por lo general, la mamá es quien empieza tempranamente a visualizar ciertos signos que luego se concretizan a nivel escolar. Cabe señalar que las dislexias “puras” son muy poco frecuentes y generalmente forman parte de un síndrome dismadurativo.

Qué hacer

  • El tratamiento debe ser abordado por una psicopedagoga, quien previamente realiza un diagnóstico con el objetivo de elaborar un plan de trabajo, dependiendo de las dificultades específicas que presenta el niño.
  • El tiempo de rehabilitación varía según la evolución del alumno, pero en general no es menos de un año académico.
  • Para favorecer el tratamiento es vital el apoyo de la familia en relación a estimular el proceso de lecto-escritura.
  • Del  colegio se espera tolerancia, comprensión, compromiso, mediación y adecuación del sistema de evaluación del alumno en algunos casos.