Como papás y educadores nos encanta ver a nuestros hijos jugar con otros niños, compartir y ser felices, pero este proceso de socialización no se logra de un día para otro y los padres tienen mucho que aportar en este tema.

Lo que los niños más necesitan para integrarse de manera adecuada en esta sociedad es el amor y apoyo incondicional de ellos o de sus figuras principales de apego. Mientras más querido y comprendido se sienta el niño, más herramientas sociales tendrá para conocer el mundo y al resto de las personas.

No nos debemos olvidar nunca que el cerebro de los niños es un órgano muy frágil. Todo lo que hagamos o dejemos de hacer va a dejar una huella imborrable en él y, como dicen los expertos, más vale empezar bien que tener que reparar más tarde.

Cuando un niño está triste, asustado o se siente abandonado por sus padres (ya sea de día o de noche), secreta una hormona del estrés, cortisol, que en grandes cantidades puede provocar daño cerebral (además de daño sicológico). Es por esto que los padres deben velar por entregar CALIDAD Y CANTIDAD  de tiempo a sus niños para educarlos y guiarlos en este camino de la socialización.

Contacto con mamá

Hay gente que cree que para que un niño socialice tiene que ir a una sala cuna desde muy chiquitito. Nada más lejos de la realidad. Las guaguas necesitan el contacto cariñoso uno a uno que le entrega su mamá. Para el niño su mundo gira en torno a esta figura que lo toma cuando llora, que lo alimenta y que le da seguridad y amor cuando le canta o lo toma en brazos para acunarlo y hacerlo dormir.

Es en esta situación que la guagua se da cuenta que el adulto es un ser confiable, se va dando cuenta que el mundo de allá puede ser tan rico como el pequeño mundo que existe entre su mamá y él. La guagua y su mamá son UNO, no necesitan a nadie más. Poco a poco el niño se va a ir dando cuenta que existen OTROS, pero siempre va a buscar la mirada de su mamá para ver si se atreve o no a entregarse a estas personas nuevas.

Paso a paso

Antes de los 2 años los niños tienen lo que se llama “juego paralelo”, donde pueden jugar cerca de otros niños pero su juego es solitario, no necesitan a nadie más. Nuevamente, sólo necesitan a su mamá.

Después de los 2 años, los menores -debido a su madurez cognitiva- ya se dan cuenta que lo pueden pasar bien en compañía de sus pares y buscan estas instancias de socialización. Es aquí que coincide generalmente la entrada del niño al jardín infantil.

Lo que se recomienda en este caso es un período de adaptación, donde la mamá asiste con su hijo al jardín todos los días por una semana. De esta manera, el lazo afectivo niño-educadora se da con la mamá presente.

Cuando dejan a un niño solo a la entrada del jardín, ya sea que llore o no, se siente abandonado, pues no conoce ni el lugar ni a las personas que lo reciben. Esto es grave para su desarrollo tanto sicológico como cognitivo. El sistema nervioso de los niños hay que cuidarlo y para esto es necesario este período de adaptación por UNA SEMANA COMPLETA. Sólo así tanto niño como su mamá podrán disfrutar de la experiencia del jardín infantil.

Continuar la tarea

Cuando el niño ya está adaptado es labor de las educadoras continuar con actividades que propicien la sociabilización de los niños. A través del juego hay miles de posibilidades de que los niños se disfracen, asuman roles, participen de dramatizaciones, etc.

Los padres pueden llevar a sus niños a las plazas para que jueguen con otros niños también pueden ir a bibliotecas, museos, conciertos, etc. Así, poco a poca se darán cuenta de que pertenecen a una comunidad más grande que sólo su familia y jardín.

Descubrir el mundo es algo fascinante, pero depende de nosotros los adultos hacérselo fascinante a nuestros hijos. No dejemos que el celular y el trabajo nos priven de gozar con las cosas simples, con la risa de los niños y con sus caritas de asombro cuando descubren algo nuevo. Los invitamos a hacer de esta etapa de socialización de los niños una gran aventura por descubrir.

 

Carolina Pérez Stephens.
Educadora de párvulos UC.
Máster en educación Harvard University, docente Universidad de los Andes.
Directora de Helsby International Preschool.