Ser madre es una de las experiencias más importantes por las que puede pasar una mujer, pero a la vez una de las más difíciles, ya que debe enfrentarse a la responsabilidad de cuidar a otra persona, ayudándola a crecer, aprender y desarrollarse.

Los cambios psicológicos en la mujer no solo ocurren una vez que el niño nace, sino que también durante la etapa de embarazo, donde se presentan una gran cantidad de experiencias nuevas, las cuales se van a vivir de distinta forma, dependiendo de cada caso. “Cuando los hijos son buscados, las alteraciones ya se han iniciado una vez que la madre ha tomado la decisión de tenerlo, mientras que si el embarazo es inesperado, la mujer va a hacer frente a nuevas emociones y pensamientos en relación a las consecuencias de hacerse cargo de otra vida, los que serán positivos si no hay conflictos anteriores”, manifiesta Patricio Elgueta, psicólogo de Clínica Santa María.

El experto detalla que, durante el embarazo, los cambios serán amplios y profundos, afectando a toda la existencia de la mujer hasta consolidar una nueva identidad en la que ya no será más ella sola en el mundo, sino que será ella y su hijo.

Elementos comunes de cambio

El proceso de tener un hijo afecta a todas las dimensiones experienciales de la vida de la mujer, desde cambios en el cuerpo, emociones, pensamientos y conductas, hasta lo social y laboral, las que podrán crear una experiencia positiva o negativa dependiendo de las condiciones y el desarrollo de la mujer.

“La madre primeriza tendrá una apreciación distinta que la que ya tiene niños, pero si ha resuelto satisfactoriamente sus etapas de desarrollo anteriores, logrando una identidad y autonomía, enfrentará en buenas condiciones su embarazo y las tareas que deberá resolver con su pareja, familia y los grupos sociales en los que participa”, enfatiza.

Otro aspecto muy importante en la construcción de la relación entre ambos será la capacidad de la mamá de identificarse y, a la vez, diferenciarse de su hijo. “Este acto es simultáneo y debe fluir sin mayores conflictos en ambas personas. En términos concretos, el niño no es de la madre ni es como ella. Es un sujeto único e irrepetible que porta rasgos de ambos progenitores los cuales no se evidenciarán definitivamente hasta que alcance la adultez. De hecho, de esto resultará la normal adquisición de autonomía que requieren los hijos para desarrollarse y convertirse en sujetos autovalentes, sanos y productivos para sí mismos y para el mundo que los rodea”, explica el experto.

En cuanto a la ansiedad, las nuevas cosas que debe enfrentar a diario hacen que la madre aprenda a manejarla. Por último, también sufrirá alteraciones en la capacidad de organizarse y responder a las nuevas demandas que le imponen sus cambios y los de su guagua a lo largo de los años.

Cambios en cada trimestre

A lo largo de los nueve meses, el experto explica que las alteraciones siguen algunos patrones habituales pero siempre hay excepciones y variaciones en la intensidad con que son percibidos.

1)Primer trimestre

En este período, los cambios son mayormente emocionales y cognitivos, ya que aunque el hijo sea esperado, la mujer suele invertir tiempo en corroborar y adaptarse a la idea de que está embarazada. Sentimientos como ansiedad e incertidumbre van a presentarse tanto por el miedo a perder al niño como por las tareas que deberá emprender una vez que nazca. En cuanto a lo físico van a haber muchas modificaciones imperceptibles para la mujer hasta molestias como náuseas, vómitos, entre otras.

2)Segundo trimestre

Durante esta etapa lo más evidente serán los cambios en el cuerpo de la mujer, por ejemplo, el aumento abdominal y más tarde los primeros movimientos fetales, lo que también generará incertidumbre en la madre. Además, comienza a vivir en un estado de mayor ensimismamiento, ya que concentra su atención en la actividad de la guagua y a adaptarse a la idea de que realmente hay una vida en su cuerpo. También se tornará más calma, sensible y emocionalmente perceptiva, cambiando algunos ciclos de actividad y descanso, alimentación y sueño.

3)Tercer trimestre

En los últimos meses la mujer estará cansada y tendrá una necesidad imperiosa de tener el hijo para tocarlo, mirarlo, olerlo, escucharlo y sentirlo, aunque también comienza a tener una mayor energía para enfrentar ese momento. Como ya ha vivido la mayor parte del proceso se encontrará más relajada con ella misma y con el mundo, logrando una mejor comprensión de los cambios y su sentido, conversando con otras madres y buscando respuestas a sus dudas.