Como parte de una relación normal cualquier pareja puede llegar a tener complicaciones. Las discusiones se vuelven a veces frecuentes, por temas pequeños o por temas graves, y el resentimiento puede durar incluso varios días. Aunque esto es algo común, es necesario esforzarse para mejorar el modo en que manejamos nuestras diferencias y desacuerdos, a fin de que no sea algo dañino para el entorno familiar y los hijos.
Pero existen casos más graves donde, además de existir una forma nociva de discusión, uno de los miembros de la pareja o ambos hablan mal del otro con sus hijos. Esto puede ocurrir por alguna de estas razones:
Como desahogo por una necesidad de «ventilar» la frustración y la molestia que le causa la personalidad del otro, sus manías, etc.
Para sumar aliados en el desacuerdo, con el fin de sentir que se tiene la razón.
Para posicionarse como víctima y recibir más atención y cariño de los hijos.
Como un castigo para el otro, por estar en desacuerdo con la persona.
Cualquiera de estas razones no se condice con una estrategia constructiva en la vida personal, de pareja o familiar de quien la utiliza, ya que los efectos que provoca son negativos para todos.
Aunque las frases que pueden lanzar los padres o madres a los hijos son variadas, estos son dos ejemplos de una errada comunicación:
«No tienes una nueva mochila porque tu papá no cumplió OTRA promesa y no fue a comprarla como dijo que lo haría».
«No le hagas caso a tu mamá, hijo. Puedes jugar videojuegos. Ella exagera y siempre se enoja y castiga de más».
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Daño a los hijos
Estoy segura de que nadie lo hace con la intención de lastimar a un hijo, pero tengo que afirmar que lamentablemente eso es lo que provoca a un pequeño o a un joven el escuchar a su madre o padre hablar mal del otro… ¡aunque lo que diga uno del otro sea verdad! Si este es el caso, eso no justifica involucrar a los hijos ya que se traduce en dolor para ellos.
Les duele:
Saber que sus papás están peleando.
Saber que el papá o la mamá están lastimados por lo que el otro hizo.
Sentir que deben «escoger» entre apoyar a uno o a otro.
Romper la imagen de que los papás, en general, son buenas personas.
Temer que el problema origine un rompimiento y una separación definitiva, con todas las consecuencias que eso conlleva.
Sentir que están a cargo del bienestar emocional del padre agraviado.
Y, aunque parezca increíble, puede haber más consideraciones dolorosas para ellos. Los hijos suelen ser egocéntricos, por los que de alguna manera se sentirán responsables de lo que pasa, dificultando la situación.
Cómo disminuir el enojo
Entiendo las razones por las que nos podamos sentir todos tentados a decir cosas negativas de nuestra pareja, pero tratemos de evitar hacerlo recurriendo a otras conductas que ayuden a disminuir el enojo:
Alguna actividad física justo después de la pelea. Hacer algo que tranquilice (ver algo agradable en la televisión, hojear tu libro o revista favorita, tomar una bebida relajante como un té).
Hablar del tema con alguien, personas que no se verán tan afectadas, como una amiga o amigo.
El bienestar emocional de los hijos es tan importante que merece nuestro mayor esfuerzo, incluso cuando creamos tener la razón en el motivo de la discusión. Ellos agradecerán siempre no haber estado en medio de las diferencias de sus padres y su relación con ambos será más ligera, más tranquila y —desde luego— más cercana.
Por: Mónica Bulnes, sicóloga. ¡Sigue a Mónica Bulnes en Instagram (@preguntaleamonica)! Si tienes una consulta sobre este tema que quieras preguntarle, entra a www.preguntaleamonica.com y te la responderá sin costo alguno.
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