Salud sin Daño y la Organización Mundial de la Salud (OMS) están liderando de forma conjunta una iniciativa global que tiene como finalidad lograr, en los próximos años, la eliminación de termómetros y tensiómetros a base de mercurio y su sustitución por alternativas precisas y económicamente viables.

Esta iniciativa se basa en la política de la Organización Mundial de la Salud sobre el mercurio en el sector de la salud, emitida en 2005, la cual orienta a países e instituciones sanitarias en el reemplazo de dispositivos médicos que contienen este elemento por alternativas más seguras.

Elemento tóxico

El mercurio, uno de los metales más neurotóxicos y pesados, es componente integral de varios dispositivos médicos, principalmente termómetros y esfigmomanómetros. Éstos suelen romperse o quebrarse con facilidad, generando pérdidas que aumentan los niveles del metal en el medio ambiente y que exponen a los trabajadores de la salud -y a las familias que los usan- a sus efectos nocivos.

Las roturas de termómetros, tomadas caso por caso, representan un cierto peligro para los pacientes, enfermeras y personas en general cuando el mercurio se absorbe a través de la piel o cuando se inhalan sus vapores. Al romperse un termómetro se libera una cantidad relativamente pequeña de mercurio (cerca de un gramo). Sin embargo, cuando se considera de manera acumulativa en un servicio de un hospital, en todo el edificio, o bien a nivel nacional y mundial, la situación cobra dimensiones más graves.

Los vapores de mercurio pueden producir daño pulmonar inmediato y potencialmente fatal en altas dosis. En menores dosis lesionan los riñones y los sistemas nervioso, digestivo, respiratorio e inmunológico.

 

Más información: www.saludsindano.org