La vida de Valeria Riveros no ha sido fácil, pero sus deseos de ser madre superaron cualquier dificultad. Valeria tiene una condición llamada acondroplasia congénita, sumado a una tetraplejia y dependencia severa de ventilación mecánica.

Tras conocer la entrevista que Sonríe Mamá & Familia realizó a Sonia Castro, fundadora de Mamá Terapeuta y madre de una hija con discapacidad, decidió compartir su testimonio desde el otro lado: que significa ser mamá con discapacidad. Aquí lo compartimos:

«Mi hija tiene 2 años y seis meses. Siempre que veía a mujeres con sus hijos me imaginaba en un futuro con un bebé. Pero con el pasar de los años lo descarté rotundamente, ya que no lo veía factible. En primer lugar,  por la complejidad de mi discapacidad y el riesgo para el embarazo. Y en segundo lugar, por los prejuicios sociales y el temor a los juicios de valor que se desprenden de una situación así. Tenía claro que, en gran medida, la sociedad no está preparada para abordar casos fuera de lo ‘cotidiano’, por llamarlo de alguna forma. Y es que sexualidad en la discapacidad es vista como un tabú, como si el solo hecho de tener diversidad funcional nos convirtiera en seres inertes de deseos y sentimientos de amor.

A todo este escenario se sumaban las dificultades propias que se presentan al ser madre con discapacidad. En mi caso particular, las barreras que uno misma como mujer se pone, la angustia por el hecho de no ser autovalente y no poder responder a necesidades comunes de todo bebé; contener su llanto con un abrazo o cargándolo, bañarlo, vestirlo, darle de comer… cosas tan sencillas para cualquiera, pero que para mí significaban una frustración al no ser capaz.

También vi dificultad en hacer llegar mi caso a las autoridades para que no me quitaran a mi hija, hacerlos entender que yo podía cuidar y trabajar por ella, pero requería de un apoyo concreto que reemplazara mis piernas y brazos para cumplir mi labor de madre. Tenía que hacer visible a otros que las madres con discapacidad merecemos la oportunidad de vivir lo hermoso de la maternidad, sin que se transforme en una pesadilla u objeto de críticas. Hacer comprender a otros que no somos hechos aislados o un paralelo ‘anormal’. No somos superhéroes, ni súper mujeres, ni especiales… solo somos mujeres.

Creo que es importante hablar de maternidad en la discapacidad no solo desde el punto de vista médico, sino con un enfoque de derechos humanos. Ya no queremos ser pacientes… no estamos enfermas. Y es que debemos avanzar hacia una inclusión verdadera, que en la realidad concreta de hoy aún no se da, dejando este tema en manos de la buena voluntad, la caridad, la beneficencia y el paternalismo.

Si tuviera que dar un mensaje a otras mujeres en mi situación, les diría: Vivan, perseveren y siempre luchen por sus hijos. Esos pequeños merecen criarse junto a nosotras, porque el tener discapacidad no debe limitar nuestro derecho a la maternidad».