Las sábanas son un elemento fundamental en nuestro día a día: pasamos muchas horas entre ellas, descansando. Como ocurre con la ropa, también hay que lavarlas, pero ¿con qué frecuencia?
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Primero hay que tener en cuenta qué es lo que hay en nuestras sábanas. Fundamentalmente, células muertas de nuestra piel. El problema es que estas células son el alimento de ácaros y garrapatas. Y después de comer, defecan… en nuestras sábanas. Estos residuos pueden causar reacciones alérgicas, tos, mocos, picor de ojos… Pero además de excrementos de ácaro y piel muerta, en nuestras sábanas podemos encontrar esporas fúngicas y polvo, elementos que pueden incrementar los síntomas alérgicos. También hay restos de cosméticos, que pueden irritar la piel. Todo esto puede ir penetrando en el colchón y la almohada con el paso del tiempo. Por eso es importante lavar las sábanas con una frecuencia no mayor a la semana. Los expertos recomiendan también el uso de fundas para colchones y almohadas.
Alta temperatura
Ahora bien, ¿qué pasa con los gérmenes tras el lavado? De acuerdo a Kelly Reynolds, investigadora de la Universidad de Arizona, la lavadora no acaba con los gérmenes por muy caliente que esté el agua. «Cuando se trata de mohos que causan infecciones cutáneas o respiratorias, u organismos que causan resfriados o problemas estomacales, la mayoría sobreviven a los ciclos de lavado», dice.
En cambio, a lo que no sobreviven es a la secadora: «Una alta temperatura de secado durante al menos 28 minutos es una forma eficaz de acabar con los virus». Si no hay secadora, una buena opción es la luz solar directa, porque la luz ultravioleta del sol tiene propiedades desinfectantes.
Fuente: www.20minutos.es
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