El baño es una de las actividades diarias de la mamá/papá con el bebé: lo pone en contacto con nuevos estímulos y lo ayuda a relajarse. Puede ser un momento muy agradable, pero al principio a veces no suele ser así.
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Los padres esperan con ilusión la caída del cordón umbilical ya seco de su bebé, pues lo consideran un signo evidente de que está listo para el baño, y lo viven con expectación. Entonces, cuando el pequeño está en el agua, empieza a llorar desconsoladamente y hay que sacarlo a toda prisa. ¿Qué ha pasado? ¡Nos habían dicho que a los bebés les gustaba el baño! ¿Hemos hecho algo mal?
Seguramente, el baño será un placer para él muy pronto, pero los primeros días sigue demasiado abrumado por tantas sensaciones nuevas. Extraña la seguridad del vientre de mamá, y lo inquieta sentirse desnudo. Además, a veces se le introduce en la bañera de forma brusca, boca arriba, cogido por un papá o una mamá temerosos de que les resbale hacia el fondo de la bañera.
Si tu bebé es de los que lloran al bañarlo debes saber que el baño no es imprescindible y que puedes hacerlo cada tres o cuatro días. Por el contrario, en el cambio de pañal debes limpiarlo con cuidado e hidratarlo perfectamente… con eso es suficiente. Más adelante, en unas semanas como mucho, se acostumbrará y bañarse será una fiesta.
Toma nota
- Si a tu bebé no le gusta sentirse desnudo, procura que esté poco tiempo sin ropa. Ayuda el taparlo enseguida con una toalla.
- Procura ir adecuando la temperatura del agua hasta encontrar la que le es agradable. Hay bebés que se sienten bien con el agua más fresquita. La temperatura puede estar entre los 33 y los 36°C.
- Otra precaución es no sumergirlo de golpe en el agua: primero mete sus pies, después las piernas y así, poco a poco, hasta mojarle todo el cuerpo. Tampoco es necesario lavarle la cabeza cada vez que lo bañes: con una vez o dos por semana será suficiente.
- Existe un modelo de bañera que parece un cubo, un recipiente casi cilíndrico que acoge al bebé y lo mantiene en una posición recogida que le recuerda al útero materno. Durante los primeros meses es útil, ya que el bebé se siente más protegido y lo puede bañar una persona sola. Al cabo de poco tiempo, ya no cabrá en esa bañera.
- No lo bañes cuando tenga hambre. Dale el pecho primero y después báñalo; así estará más tranquilo. Una vez vestido puedes darle el postre —el otro pecho— y acabará de relajarse.
- Intenta encontrar la mejor hora para bañarlo. Hay familias que lo hacen coincidiendo con la llegada del padre, por la noche, porque es una actividad muy agradable para hacerla juntos.
- Muchos bebés lloran al salir del agua. La habitación debe estar temperada y no hay que alargar innecesariamente el momento de secarlo y vestirlo.
- Aunque lo seques y lo vistas con prisa, tienes que secar muy bien su piel y sus pliegues.
Más adelante, después del baño será un buen momento para darle un masaje o jugar un rato. Por ahora, justo al salir del baño le apetecerá mamar, y seguramente después dormirá un buen rato para descansar y digerir tantas emociones.
Fuente: Libro «Vínculos» (Ediciones Urano), escrito por Ángels Torras, educadora prenatal y terapeuta psicocorporal; y Míriam Tirado, consultora de crianza consciente.
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