Este reflejo primario del bebé se considera normal durante su primer año de vida, pero si se prolonga más allá de los 3 o 4 años puede provocar daños en función de la intensidad y frecuencia del hábito. Entonces, en los primeros meses de vida es normal que tu hijo se chupe el dedo.
Reflejo
La succión es uno de los primeros reflejos que se desarrollan en recién nacidos, y uno de los más importantes. Gracias a este reflejo el bebé podrá alimentarse y garantizar su desarrollo. Se activa de forma espontánea cuando la boca del bebé entra en contacto con el pecho materno o el chupete de la mamadera, acto que se denomina “succión nutritiva”, es decir, que están destinados a alimentarlo.
Pero la succión también puede activarse al contacto con otros elementos ajenos a la alimentación. Entre este tipo de “succiones no nutritivas” destaca la “succión digital”, que consiste en chupar de manera instintiva uno de sus pequeños dedos, en general el pulgar. Este es la primera invitación a descubrirse a sí mismo: se interesa por sus manos (¡y sus pies seguramente!) y las explora con la boca.
Alivio y otras cosas
Chuparse el dedo se considera, por tanto, un comportamiento natural durante los primeros años de vida y, en la mayoría de los casos, se supera de forma espontánea. Para los bebés, además de servirles de ensayo para desarrollar el instinto de succión, es un impulso natural producto de varios motivos:
- Les alivia. Cuando les duele algo, están enfermos o sienten malestar, chuparse el dedo sirve de suave analgésico.
- Les entretiene. Sin duda, será uno de sus pasatiempos favoritos durante meses.
- Les relaja. La succión sirve de tranquilizante y les ayudará a conciliar el sueño.
- Les da seguridad. Se sentirán más seguros, ya que el dedo en la boca les recuerda al momento de mamar.
Cómo actuar si no lo deja
Aunque según diferentes estudios chuparse el dedo no es uno de los hábitos de succión no nutritivos más frecuentes (frente al uso del chupete, entre otros), sí es uno de los que más persiste en el tiempo y es más difícil de superar.
Por este motivo, los especialistas recomiendan a las familias actuar para erradicarlo si a partir de los 2 o 4 años no desaparece de forma espontánea. Y la mejor manera de hacerlo no es retarlo o darle palmaditas, sino distraerlo con otras actividades, juguetes o interactuando mediante el juego.
Fuente: Sociedad Chilena de Pediatría
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