Amanda Céspedes: Los primeros 5 años de un niño determinan su futuro
En general, los mayores cuidados de un niño se concentran en sus primeros 12 meses de vida, cuando aún es pequeño y depende totalmente del adulto. Apenas comienza a caminar los padres velamos para que este paso sea seguro y, de ahí en adelante, para que la mayor independencia le permita descubrir el mundo por sí mismo.
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Cada matriz es una rica red formada por miles de neuronas conectadas entre sí. La solidez de tales conexiones depende de moléculas que son liberadas en el cerebro del bebé por nacer cuando la mamá se siente segura, protegida por su pareja y por sus cercanos, cuando le habla al bebé, cuando escucha esa música que a ella le encanta y la comparte con su bebé en el útero. La neuropsiquiatra Amanda Céspedes explica que durante los primeros 12 meses de vida ocurre una verdadera explosión madurativa en el cerebro del bebé. Las redes neuronales que trae desde antes de nacer crecen, se expanden y alcanzan una gran velocidad y precisión en la transmisión de información gracias a que se recubren de mielina. La mielina es una membrana que contiene grasa y proteínas, y que envuelve las fibras largas de las neuronas otorgando gran velocidad y precisión a la transmisión de la información hacia redes vecinas. Hay genes encargados de la formación de mielina, pero también influyen otros factores tales como: En pocos meses el bebé va conquistando habilidades sorprendentes, que culminan a los 12 meses con las primeras palabras y la marcha autónoma. Es un verdadero prodigio de la biología cerebral. Pero estas conquistas exigen que el bebé sea intensamente amado y protegido. Según la experta, «el maltrato, la negligencia y todo tipo de vulneración rompen las redes, las desgarran y las desmantelan». El niño trae desde antes de nacer un potencial cognitivo, emocional, social y espiritual espléndidos, los que deberá enriquecer al máximo durante su vida. En los primeros 5 años ese potencial se despliega y se dispone a ampliarse desde la experiencia. Ello significa que las redes neuronales prenatales se expanden, se amplían desde las vivencias cotidianas que sus padres y cuidadores le proporcionarán al niño. Por eso nuestra tarea es, desde hace años, alertar a las familias, a las educadoras y técnicos de párvulos para cautelar de modo comprometido estos primeros 5 años. Las primeras redes, enriquecidas o desmanteladas en esta etapa, van a ser la plataforma sobre la cual se levantará el gran edificio o la precaria “casita” —dependiendo del contexto de crianza— en lo intelectual, emocional, social y espiritual. Nuestra responsabilidad es enorme y también es ineludible. Tomando como base lo que sabemos respecto al desarrollo cerebral podemos afirmar que es muy importante el acompañamiento amoroso, respetuoso y sensible a las necesidades de esa etapa. Los párvulos son extraordinariamente frágiles, y lo más dañino para su desarrollo es la violencia que muchos padres y cuidadores ejercen cotidianamente sin percibir que están siendo violentos: el grito, el zamarreo, los castigos, hablarles con dureza, con expresión amenazante, el golpe y la negligencia (hacerse los sordos o ignorar al niño). Luego está la intención, es decir, preguntarse ¿qué es lo que debo entregar al niño en esta etapa de su desarrollo? Para responder esto se necesitan conocimientos y habilidades. Sería muy extenso de detallar, por lo que solo pondré un ejemplo: queremos que nuestros hijos sean exitosos en el colegio, que saquen nota 7 en lenguaje y en inglés, pero cuando son párvulos no ponemos cuidado en cómo hablamos en casa; se dicen palabrotas (“garabatos”) delante del niño; la mamá no suelta en todo el día el celular y suele exclamar “¡Bacán! No me digai… no puh, cachai que no era esa la custión”, sin pensar que está en sus manos el que su pequeño o pequeña enriquezca la espléndida matriz verbal que comenzó a formar desde que llegó al mundo. Desde el conocimiento del desarrollo cerebral lo diré de manera simple, pero rotunda: el amor hacia los niños, expresado en respeto, atención solícita a sus necesidades, protección, compañía con atención plena, presencia constante y comprometida, amplía las redes neuronales al servicio de la inteligencia. En esta etapa las redes neuronales formadas antes de los 5 años siguen ampliándose e incorporando nuevas redes. Por ejemplo, la imaginación —que estuvo al servicio del juego antes de los 5 años— ahora se amplía a la fecunda imaginación que acompaña a las lecturas por placer y al buen cine. Todo el cerebro trabaja, pero el hemisferio izquierdo experimenta una enorme expansión, muy especialmente gracias a las lecturas y a la cultura que el niño va adquiriendo. En esta etapa ocurre un fenómeno extraordinario: se van integrando habilidades y conocimientos que dan origen a nuevas habilidades y nuevos conocimientos. En el fondo son enormes redes que se expanden por toda la corteza cerebral. Esto ocurre por la sinergia entre un cerebro ávido de aprender y las experiencias que encuentra en el mundo circundante. La neuropsiquiatra Amanda Céspedes señala que muchas veces le preguntan en qué deben fijarse los padres a la hora de elegir un buen jardín infantil. Sin embargo, explica que eso es difícil de responder de modo amplio sin conocer antes la cosmovisión de los padres: qué mirada tienen sobre la vida, sus expectativas, su concepto de “éxito”, cuál es la familia de origen de cada progenitor, etc. Por ello, solo de manera general, la experta dice que lo ideal es un jardín infantil que promueva una educación integral cuyo eje sea la afectividad y el respeto por un niño que trae en sus genes un tremendo potencial, un tesoro, un cofre de talentos que esperan ser actualizados o enriquecidos. Esta pregunta reviste un peligro. Muchas personas (personeros de educación, directivos de escuela, padres) piensan que una educación parvularia que prepare para tener éxito en el colegio debe escolarizar prematuramente a un párvulo. Vale decir, enseñar a leer o matemáticas. Pensar así no solo es erróneo, sino que se corre el riesgo de dañar irremisiblemente el cerebro y la mente del niño menor de 5 años. Esa mente es prodigiosa, pero crece y se enriquece con estímulos que son privativos de esa edad, no con cuadernos y textos. Exigir cuadernos, textos y horas programadas de clases en la educación parvularia es un ultraje al niño. La experiencia directa es la única fuente válida de estímulos para un niño pequeño. Y en ese sentido decimos NO a las pantallas (celular, tablet) antes de los 5 años de edad. Y la televisión debe ser muy limitada en tiempo de exposición y en términos de programas. Por: Cristina González, editora
De acuerdo a la neurociencia, hoy sabemos que los primeros 5 años de un niño son determinantes para su futuro. Incluso existen estudios donde se comprueba que los últimos 3 meses del embarazo son vitales para la formación de numerosas redes neuronales, que son la base del desarrollo del niño. «El último trimestre del embarazo es escenario de una veloz conectividad entre las neuronas, estableciéndose sólidas matrices o bases que deberán ser enriquecidas a partir del nacimiento. Hablamos de la matriz comunicativa, vincular, rítmica melódica y del juego», señala la neuropsiquiatra Amanda Céspedes (www.fundacionamanda.cl)
Desarrollo sorprendente y mielina
Amanda, ¿por qué razón los primeros 5 años son tan importantes para el desarrollo de un niño?
¿Qué características debiera tener una mamá/papá/cuidador con los niños menores de 3 años para lograr un buen desarrollo?
¿Pueden los padres potenciar la inteligencia de sus hijos?
¿Qué ocurre, más tarde, entre los 5 y 10 años en el cerebro de un niño?
Elegir el jardín infantil
¿El jardín debe preparar al niño para la entrada al colegio?