Un dicho popular dice que “hijos chicos, problemas chicos; hijos grandes, problemas grandes”. Y es que a medida que la familia va sumando historia se complejizan las relaciones, por los cambios que viven los hijos a medida que crecen. Es parte de la crianza, crecimiento y maduración que deben vivir todas las personas, lo que no implica falta de problemas. Por el contrario, en mayor o menor medida, los conflictos entre padres e hijos en esta época suelen ser bastantes.

De acuerdo a la sicóloga clínica Anna Katherina Kalbhenn, es importante conocer cuáles son los aspectos esperables dentro de la adolescencia, de manera que podamos intervenir temprana y efectivamente al observar algo no esperado. Para ejemplificarlo rescata a los autores Rathus, J.H. y Miller, A.L. (2015), quienes proponen una serie de aspectos típicos y otros que no lo son de forma clara y precisa:

  • -Se espera que el estado de ánimo del adolescente sea más cambiante. Pero esto no debe llevar a conductas de riesgo, depresión mayor, crisis de pánico, autoagresiones o pensamiento suicida.
  • -Se espera que aumente la conciencia de sí mismo, es decir, que el adolescente esté más preocupado por su imagen corporal. Pero no se espera que presente fobia o retraimiento social excesivo, tampoco que comience con perfeccionismo y estándares no realistas.
  • -Se espera que el adolescente presente mayor lentitud y desgano. Pero no se espera que se distraiga al punto de no poder cumplir con sus tareas diarias.
  • -Algo muy presente en esta etapa es el aumento de conflictos con los padres. Pero no es aceptable la agresión física o verbal.
  • -El adolescente comienza a experimentar con drogas, alcohol y cigarros. Pero es de alta preocupación el abuso de sustancias, la venta de drogas, amigos o pares que consuman drogas. Esto debe ser alertado de inmediato a un especialista.
  • -Es frecuente el sentimiento de invulnerabilidad y que el adolescente presente cierta pérdida de temor. Pero es preocupante que tenga accidentes múltiples, que asuma riesgos excesivos, que conduzca temerariamente, en estado de ebriedad o que tenga problemas con la ley.
  • -Se espera que la transición a la enseñanza media sea estresante. Pero no se espera que haya rechazo escolar.
  • -El adolescente tiende a discutir, a ser más crítico e idealista. Aumenta la terquedad y la porfía. Pero no es esperado el cuestionamiento rebelde de las normas sociales y el ocasionar problemas con familiares y/o figuras de autoridad.
  • -Aumenta el interés por la sexualidad y la experimentación (ver Pololeo Adolescente). Pero recurrir a conductas de promiscuidad sexual es de riesgo.
  • -Aumentan las ganas de privacidad y ello es necesario para su desarrollo normal. Pero no es esperable el aislamiento de la familia.
  • -Hay un fuerte interés por la tecnología y las redes sociales. Por ello, es muy importante que el adulto esté atento y genere conciencia de los riesgos, como por ejemplo entregar información personal en las redes y comenzar conversaciones con desconocidos.
  • -Es esperable que el dormitorio del adolescente esté más desordenado. Pero no debe convertirse en un lugar insalubre.
  • -Es importante saber que en esta etapa se altera el ciclo del sueño. El adolescente puede presentar una tendencia a ser más noctámbulo y necesitar más horas de sueño los fines de semana. Pero es preocupante que no duerma nada en las noches y que necesite dormir todo el día, teniendo que faltar a tareas escolares y/o familiares.

Preguntas y respuestas

Sonríe Mamá conversó a fondo con la sicóloga Anna Katherina Kalbhenn —quien tiene una vasta experiencia de trabajo con adolescentes y sus padres— para dar respuesta a algunas interrogantes comunes en materia de crianza, límites y roles.

¿Cómo debe ser ejercida la autoridad por parte de los padres?

Los límites y las reglas deben ser claras y explícitas. Es decir, el adolescente debe conocer “las reglas del juego”. Así sabrá cómo moverse. Pero es muy importante que los padres estén abiertos a la dialéctica. Por ejemplo, el adolescente no puede recibir el mismo trato que su hermano de 5 años. A este último se le puede exigir que se duerma temprano. Sin embargo, con el adolescente se puede negociar y llegar a un término medio. De esta manera disminuye la rebeldía y porfía.

¿Cómo debe ser entendida la confianza entre padres e hijos de esta edad?

El canal de comunicación con los padres debería estar siempre abierto. Ellos deberían poder entregar esa confianza a sus hijos, ya que así los están protegiendo al estar al tanto de sus vidas, de quiénes los rodean, cuáles son sus intereses, preocupaciones, etc. Es un manejo bien delicado, ya que es importante que el padre sea cercano, sin ser el mejor amigo. Porque el adolescente necesita confianza, pero también necesita ver a los padres como figuras de autoridad y protección. El joven necesita que le muestren el camino. Eso le da sensación de seguridad y tranquilidad interna.

¿Cómo ayudar a mi hijo a escoger buenos amigos?

Una manera directa en que los padres pueden ayudar a sus hijos a rodearse de amistades positivas es, por ejemplo, fomentando hábitos y hobbies sanos. Esto debería comenzar desde temprana edad, para que así puedan ser futuros adolescentes sanos. Los hábitos son conductas que se aprenden, por lo que deben ser incentivadas y promovidas con regularidad y constancia.
Un niño que practica deporte en forma regular podrá crecer en un ambiente sano, rodeado de niños que presentan valores similares. Además, irá desarrollando sensación de competencia, es decir, “me la puedo”, “soy bueno para…”, y eso repercutirá positivamente en su autoestima. Por lo tanto, no necesitará buscar gratificaciones externas en sustancias tóxicas, por ejemplo, o en conductas que representen un riesgo para él. El rol de los padres es fundamental para promover y motivar esto. El deporte y las actividades recreativas son consideradas factores protectores.

¿Existen ambientes que hacen más vulnerables a los adolescentes?

En esta etapa hay un interés aumentado por la opinión de los pares, por lo que ambientes de alta presión social o presencia de líderes negativos pueden constituir un ambiente de riesgo en jóvenes, por ejemplo, menos seguros de sí mismos, más tímidos o con menor contención familiar.

¿Qué hacer si descubro fotos o mensajes inadecuados, drogas o alcohol? ¿Cómo debe ser esa conversación?

La conversación debe ser directa, clara y sin rodeos. Basada en hechos concretos y objetivos. No en suposiciones e inferencias. El tono debe ser de preocupación y afecto, sin enjuiciar al hijo, mostrándole de esta manera que hay un padre preocupado, dispuesto a ayudar y guiar. Y también es importante llegar a un acuerdo en conjunto de cómo serán las consecuencias.