Con las vacaciones, los horarios cambian, los hábitos varían y la ingesta de comida se relaja. Comenzamos a consumir alimentos más calóricos y altos en grasas o azúcares y a disminuir la cantidad de ejercicio que realizamos. Producto de lo anterior es que muchos niños y adultos suben demasiado de peso, con varios kilos de más.

Macarena Araya, Nutricionista Jefe de Clínica Universidad de los Andes, entrega algunas recomendaciones a las madres, para evitar sufrir las consecuencias que produce el repentino cambio de costumbres en la alimentación de los niños.

“La alimentación juega un papel importante en los niños, ya que contribuye en el crecimiento y a su desarrollo. Sin embargo, una vez que salen de vacaciones, la buena alimentación y la nutrición también se toman un descanso, lo que contribuye al aumento de peso” señala la especialista.

Horarios

Mantener los horarios de alimentación lo más cercano a lo habitual, donde se mantenga la ingesta de 4 comidas al día y colaciones. Esto ayuda a regular el apetito de los niños, evitar que coman de prisa y a diferentes horas del día.

Desayuno

Empezar el día con un buen desayuno, que considere lácteos bajos en grasas, cereales, frutas o jugos naturales.

Actividades

Realizar actividad física, evitando el uso frecuente de televisores, computadores, etc. Dando prioridad a actividades al aire libre.

Dulces

Moderar el consumo de dulces, golosinas y grasas. Tener colaciones saludables como frutas, verduras, frutos secos, galletas integrales y lácteos descremados.

Líquidos

Fomentar el consumo de líquido, prefiriendo agua o jugos naturales sin azúcar, antes que bebidas o jugos azucarados.

Frutas

Aprovechar las frutas y verduras de época, que son una fuente importante de vitaminas y minerales para niños, ricas en fibras y bajas en caloría, por lo que evitan el estreñimiento y la obesidad.

“Comer sano, no tiene porqué ser aburrido para los niños. Siempre existen alternativas de comidas y colaciones que son ricas y a la vez saludables” concluye.