Dada la circunstancia de pandemia que vivimos hoy, los especialistas de la salud sugieren establecer rutinas, las cuales fomentan el bienestar personal y familiar. Sin embargo, ¿sabemos realmente construir rutinas que fomenten nuestra felicidad? Este tiempo de incertidumbre es una invitación a aprender a organizarse entre los quehaceres de la casa, los hijos, el trabajo y por sobre todo a brindar tiempo al espacio personal.
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La palabra rutina, viene del francés y significa “caminar por una ruta conocida”. Ese camino podría ser un tedioso recorrido por el desierto o podría ser una inspiradora caminata por un bosque. Solo tú puedes decidir qué camino escoges.
Beneficios de las rutinas
Las rutinas generan orden, límites al tiempo y principalmente sentido de control. Es decir, nos proporcionan la capacidad de predecir qué se avecina después de despertar, almorzar u otra actividad. Esto nos genera seguridad y calma porque logramos prever qué podrá ocurrir después. Las rutinas son como las paredes de una casa: entregan límites y fronteras, y ofrecen seguridad.
A continuación se explican algunos consejos relativos a cómo construir una rutina:
Paso 1
Las rutinas se caracterizan por ser habituales, predecibles y constantes. Sin embargo, las emociones, al ser cambiantes e inestables, podrían llevar a que el establecimiento de una rutina sea tan difícil como escalar el monte Everest. Entonces ¿cuál es la solución? Fácil, aferrarse a aspectos externos que nos obliguen a realizar esa rutina. Por ejemplo: hacer coincidir el levantarse o el almuerzo con el horario de algún programa de televisión o radio; o darse un tiempo de recreo entre los quehaceres al realizar una conversación telefónica con alguien. La idea es que la rutina esté anclada con aspectos externos que no dependan del estado de ánimo personal.
Paso 2
Las rutinas tienen que ser cómodas y eficaces, manteniendo un equilibrio entre lo rígido y lo flexible. Este es el gran desafío, en donde lo fundamental es el autoconocimiento. Esto porque cada persona tiene ritmos distintos y las rutinas deben construirse mirando las necesidades personales. Para ello hay que hacerse las siguientes preguntas: ¿Cuánto tiempo necesitas para desarrollar cada actividad de tu día? ¿Cuáles son tus “ladrones de tiempo” (esto se refiere a redes sociales, series, películas, etc.)? ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? ¿Cuál es el objetivo de ese día? ¿Con qué emoción te despertaste (tristeza, alegría, rabia, miedo)? ¿Qué actividad, música o persona te ayuda para salir de esa emoción? ¿Por qué cosas agradeces hoy? La idea es diseñar un “para qué”, más que un “cómo”, porque eso nos conecta con nuestro sentido de identidad y, por lo tanto, con la felicidad.
Paso 3
Cuando ya tienes armada tu rutina el desafío es armonizarla con las rutinas de los otros miembros de la familia. Acá es importante bajar expectativas. Tal vez las actividades no podrán lograrse como te gustaría, probablemente tus hijos no podrán cumplir con todas sus tareas y a ti te tomará más tiempo que el normal hacer alguna actividad. Lo importante es saber delegar actividades de la crianza y los quehaceres de la casa para propiciar el tiempo de trabajo. Asignar prioridades en las rutinas de cada miembro de la familia hará más fácil armar un mapa de qué cosas es imprescindible hacer y qué cosas se pueden posponer.
Por: Carola Álvarez, psicóloga infanto-juvenil. Máster en Ciencias de la Familia Universidad Santiago de Compostela (España). Miembro de The International Marce Society for Perinatal Mental Health. www.sienteycuenta.cl
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