El conflicto es un aspecto normal de la vida, tanto en niños como en adultos. En ambos casos, debemos asumirlo como algo constitutivo del día a día, ya que el tener diferentes necesidades o deseos, nos lleva, inevitablemente, a conflictuarnos.

Los enfrentamientos suelen dar paso a emociones que los niños no saben cómo manejar, pudiendo provocar discrepancia y tensión. Y es precisamente esto lo que genera reacciones como discusiones y agresiones físicas, así como también respuestas más pasivas o temerosas (evitarse mutuamente o guardar silencio).

Habilidades

La psicóloga de niños de Clínica Vespucio, Daniela Quintanilla, explica qué habilidades se requiere trabajar para que un niño pueda resolver un conflicto con sus pares. “La resolución de un conflicto de forma efectiva precisa que los niños dispongan de una combinación de habilidades sociales y emocionales bien desarrolladas y la presencia de un guía que las enseñe”.

  • Manejo de emociones intensas: los niños deben ser contenidos por un adulto que se muestre tranquilo y manifieste amor.
  • Expresión verbal de pensamientos y sentimientos propios: el menor comienza a identificar y comunicar a alguien mayor sus pensamientos y sentimientos.
  • Identificación del problema y expresión de las necesidades propias: animar al niño a hablar sobre sus deseos, necesidades, miedos o preocupaciones sin demandar una solución inmediata.
  • Comprender la perspectiva del otro: motivar al niño a que escuche lo que los otros quieren o necesitan, y comprenda los miedos o preocupaciones que tienen.
  • Generar diversas soluciones a un problema: procurar que al menos piense en varias opciones e incluya las necesidades y preocupaciones de todos.
  • Negociación: enseña al niño a ser flexible, abierto y a mirar por sus necesidades y las de otras personas.

[irp posts=»1924″ name=»Autoritario o permisivo: ¿cuál es tu estilo de crianza?»]

Niños y adolescentes

No existe una edad definida para consolidar un carácter que permita el niño tener manejo suficiente de sus conflictos. La especialista de Clínica Vespucio sostiene que “las herramientas nunca se terminan de adquirir. No es un proceso que acabe, ya que se van refinando las habilidades y, además, los conflictos van variando en la medida que los niños crecen”.

Lo mismo sucede en la adolescencia, “cuando existirán conflictos, y si la relación entre padre e hijo se cimienta desde el saber que me escuchan, me apoyan y me ayudan, eso genera confianza en el vínculo y los jóvenes querrán contar con el apoyo de un adulto”, dice Daniela Quintanilla.

Consejos

¿Qué hacer como padres para ayudar a nuestros hijos a resolver conflictos dentro y fuera del hogar? Un primer paso en este sentido es que los adultos observen el comportamiento de sus niños y verifiquen lo siguiente:

  • ¿Es factible hablar de conflictos con nuestros hijos?
  • ¿Cómo padres, somos capaces de encontrar soluciones?
  • ¿Permitimos que nuestros hijos se expresen y, junto a ellos, analizamos soluciones a los problemas?
  • ¿O, para evitar el conflicto, hacemos como si nada hubiera sucedido?

[irp posts=»3324″ name=»Todo sobre las pataletas»]

En el análisis realizado por la psicóloga infantil, hay modos de proceder en el adulto que preocupan. “Observo que muchos padres hoy se molestan, se enojan y son sumamente exigentes con sus hijos en este aspecto. Tienen la falsa creencia o ilusión de que sus hijos deberían saber cómo enfrentar los retos que la vida les va imponiendo, como si fueran perfectos y tuvieran que saber siempre qué hacer y cómo reaccionar ante un conflicto”, señala.

Por esta y otras razones, los padres deben:

  • Evitar el reto y el enojo.
  • No tomarse de forma personal los aprendizajes del niño.
  • Tomar en cuenta que son pequeños en desarrollo.
  • Entender que nuestra labor es educar, formar, guiar y acompañar en el ensayo y error.

Y como una manera de reforzar el diálogo entre padres e hijos en la resolución de conflictos dentro y fuera del hogar, Daniela Quintanilla recomienda “que los adultos realicen un seguimiento con sus hijos para ver si la solución acordada ha funcionado o preguntar cómo se sintieron y qué aprendieron de esa experiencia”.

 

Fuente: Clínica Vespucio.