Dado que los niños no conocen lo que son las estructuras sociales y tampoco saben qué es realmente pasar o no vergüenza, algo que le pasa a muchos adultos cuando se les abraza, los niños aceptan, reciben y sienten los abrazos de forma intensa.
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Abracemos entonces a nuestros hijos, porque estarán encantados de que lo hagamos y, además, estaremos recibiendo y dando beneficios súper concretos.
Razones para dar más abrazos
Un abrazo siempre será positivo, pero, en el caso de los niños, entrega los siguientes beneficios:
- Libera endorfinas, es decir, pone en movimiento la hormona de la felicidad. Aumenta la confianza en el mundo y maximiza la confianza en el adulto de referencia. En este sentido, el abrazo también establece confianza en el futuro para el pequeño y también, cómo no, le hace sentirse seguro.
- Minimiza el estrés, especialmente cuando los niños ya han comenzado su etapa escolar y se enfrentan, cada vez más, a un mundo lleno de retos.
- Ayuda al niño a adaptarse a la vida social porque le da un puerto seguro donde aterrizar, es decir, representa consuelo y ayuda. Además, si somos padres cariñosos y hemos educado a nuestros hijos con abrazos, sentirán que siempre pueden tener mayor confianza con nosotros.
- Tiene un efecto positivo en la resolución de problemas, por lo que trata y resuelve situaciones de crisis y pérdida. A veces, solo hace falta un abrazo para que el niño se sienta más tranquilo y reconfortado y se olvide de lo que le preocupa, o también es efectivo para conseguir calmarlos en caso de algún mal momento.
- Abrazar a los niños es un acto de amor.
Adolescentes
Si abrazar a niños muy pequeños equivale a actuar de puente entre la vida intrauterina y extrauterina, abrazar a los niños mayores es hacerlos sentir bienvenidos, amar más allá de cualquier obstáculo, límite o defecto.
Incluso es bueno abrazar a los adolescentes, a pesar de que se trate, sin duda, de una delicada fase de crecimiento. Pero para ellos, un abrazo puede suponer una afirmación de presencia: el puerto seguro está siempre ahí y resiste las tormentas. Los adolescentes sabrán que estamos ahí cuando nos necesiten.
Consecuencias de no abrazar
Crecer sin abrazos puede aumentar la ira, el estrés e incluso la inadaptación social.
Los niños que no reciben abrazos, como ocurre en el caso de muchos niños huérfanos, lloran menos porque entienden desde muy temprano que nadie responderá a ese grito de auxilio (que es llorar), lo que se denomina “desesperanza aprendida”.
Sin embargo, no están más tranquilos por el simple hecho de saber que no hay nadie que les vaya a abrazar, sino todo lo contrario: la necesidad emocional acumulada e insatisfecha se convierte en una reacción negativa al estrés y la ansiedad.
Es por eso que los niños no queridos se vuelven más agresivos, violentos, no quieren confiar en los demás, son retraídos y emocionalmente inseguros.
Abrazos e inteligencia
Los beneficios del abrazo (como los que hemos enumerado arriba) ayudan también al desarrollo de conexiones neuronales. De hecho, la ciencia está convencida de que el abrazo también apoya la inteligencia de los niños. Esto se debe a la estimulación de una multiplicidad de funciones positivas que las neuronas trabajan activamente cuando se produce un abrazo, por lo que haría que los niños abrazados fueran niños aún más inteligentes.
Por último, tenemos que decir que el abrazo en el plano simbólico, nos hace sentirnos queridos y “salvados”, y esto puede contribuir a hacernos personas más capaces y mejores.
Fuente: Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe)
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