Los valores familiares se adquieren mediante la socialización. Nadie nace consumista o materialista, sino que incorporamos los valores según estos se privilegian en nuestro propio ambiente y si vemos en ellos un bien para nosotros. En este sentido, muchos padres se preguntan cómo ayudar a sus hijos para que no caigan en el consumismo.
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Alejandra Buzeta, directora de Fundación Ama —institución que lleva varios años trabajando con talleres para padres en diversos temas de crianza— señala que los medios de comunicación pueden ejercer influencia sobre nuestros hijos en cuanto al consumismo.
Añade que un buen antídoto para el efecto de esta influencia es la conversación abierta, la aceptación de las motivaciones y valores de los niños. «Mostrándonos abiertos a ellas, nuestros hijos se abrirán a escuchar e incorporar nuestras motivaciones y valores. Con 20 minutos al día, con toda nuestra atención, podemos marcar la diferencia en sus vidas», explica.
De acuerdo con la experta, los padres deben entender que el perfeccionismo, la comparación social y la intransigencia solo rigidizan nuestras vidas y generan una convivencia negativa.
Y es que los niños necesitan padres amorosos, vitales, conectados con sus propias necesidades, que aceptan el error propio y ajeno, y que los amen. Padres que acompañen y guíen, sin control ni abandono.
Preguntas que pueden orientarnos
- ¿En qué valores ponemos la felicidad nosotros como padres?
- ¿Qué anhelos le ponemos en el corazón a nuestros hijos?
- ¿De qué hablamos en la mesa?
- ¿Incluimos en nuestras conversaciones cotidianas, que hoy tenemos más que nunca, preocupación por los demás?
- ¿Compartimos criterios de compra con nuestros hijos?
- ¿Compartimos nuestros valores para que las acciones no queden desprovistas de sentido?
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