Proteger a nuestros hijos los ayudará a tener una vida segura y feliz, pero sobreprotegerlos, a la larga, terminará afectando negativamente el cómo se desenvuelven en el mundo. Por eso es muy importante tener claro los límites, no caer en ser un padre sobreprotector, y saber que la educación no se delega, sino que es responsabilidad de ambos padres.
Nuestro deber es ser guías de nuestros hijos, hay que supervisarlos, pero sin caer en los extremos de protegerlos demasiado ni de dejarlos desamparados. Es difícil, pero es importante permitir que se equivoquen y se responsabilicen de sus errores.
La gran falla de los padres es resolverles todos los problemas y no dejar que hagan las cosas para las que ya están preparados, lo que hace que pierdan autonomía.
Al sobreprotegerlos se corre el riesgo de limitar su desarrollo físico, cognitivo y de personalidad. Para no ponerles barreras, hay que favorecer que desarrollen sus capacidades motoras, cognitivas y físicas. Por ejemplo, dejar que a los 3 o 4 años aprendan a vestirse solos en vez de escogerles la ropa y ponérselas.
Los niños protegidos en exceso desarrollan menos competencias emocionales, como la tolerancia. También son más inseguros, tienen menos habilidades y, a la larga, son más infelices. Por lo tanto, con esta conducta se les protege de frustraciones en el presente, pero se les deja desprotegidos para enfrentar el futuro.
Además “se les transmite un mensaje de inseguridad y poca confianza en sí mismos, les transmitimos que deben depender de nosotros para ejecutar algo. Los niños necesitan protección y guía de los padres, pero no en extremo”, destaca Rosa Ana Verdi, psicóloga infantil de Clínica Indisa.
Toma nota
La especialista entrega algunas recomendaciones para que puedas buscar tu propio equilibrio en la educación de tus hijos:
No hacer las cosas por ellos ni interpretarles.
Fomentar que experimenten y aprendan por sí solos, y que se equivoquen.
Propiciar mayor contacto con sus pares, que jueguen y disfruten con otros, donde el rol del adulto sea solo de supervisión.
Fomentar la autonomía y responsabilidad.
Promover que realicen deportes o actividades que impliquen esfuerzo, constancia y rutina.
¿Eres sobreprotector?
Y si quieres saber qué hacer y qué no, los expertos de Clínica Indisa presentan la siguiente tabla donde puedes ver si te sientes identificado:
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