¿Te ha pasado que tu hijo despierta aterrado durante la noche, grita, llora y no logras consolarlo? Si la respuesta es positiva es probable que sufra de terrores nocturnos, un trastorno del sueño que afecta especialmente a niños entre 3 y 12 años y es más frecuente en varones.

De acuerdo a la psicóloga María Isabel García, los terrores nocturnos se caracterizan por un despertar abrupto, con miedo intenso, confusión y desconsuelo, los ojos abiertos y mirada de pánico. El niño puede presentar taquicardia, sudoración e hiperventilación, incluso a veces puede dar puñetazos, patadas y mostrar reflejos de huida. El episodio dura varios minutos y es difícil despertarlo, no responderá si le hablan e, incluso, puede no reconocer a los familiares. Luego volverá a dormir sin problema y rara vez lo recordará, a diferencia de las pesadillas.

De acuerdo a la especialista su origen sería hereditario, siendo asociado a un aspecto madurativo del cerebro. Puede activarse por falta de sueño, fiebre o situaciones estresantes para el niño, que aumentan el nivel de tensión, la que emerge durante el sueño. Pero no se conocen las causas reales, desapareciendo espontáneamente sin requerir tratamiento.

A continuación, la psicóloga aclara las principales dudas respecto a un problema que puede causar mucha preocupación en los padres.

¿Qué se debe hacer?

Durante el episodio es importante acompañar al niño y mantener la calma para evitar que se golpee, dado que los movimientos son involuntarios. Si los terrores nocturnos son frecuentes y afectan su descanso o presenta movimientos rítmicos u otro síntoma importante, se sugiere consultar al pediatra para descartar epilepsia, apnea del sueño u otro cuadro significativo.

¿Qué hacer si mi hijo siente miedo a la oscuridad?

Los miedos son normales y permiten protegernos de los peligros. El miedo a la oscuridad es frecuente en niños entre 3 y 9 años. Posiblemente está asociado a la falta de visión nocturna en el ser humano y la dificultad de distinguir entre fantasía y realidad en los niños, lo que hace que aumente la sensación de peligro y de falta de control sobre lo que no logramos ver en la oscuridad. Ante esto se activa nuestra imaginación y los temores de quedar solo y desamparado frente a algún posible peligro.

En la oscuridad y tranquilidad de la noche nos encontramos con nuestros pensamientos y aprehensiones. Por eso es importante que el niño vaya aprendiendo a enfrentar sus miedos, para ir fortaleciendo su Yo y seguridad en sí mismo.

¿Cómo puedo ayudarlo?

  • Converse con el niño sobre sus miedos, para comprender qué le preocupa y ayudarlo.
  • Intente distinguir si son situaciones reales de peligro, que requieren intervención de un adulto o que necesitan mayor información, como los ruidos de la casa o temblores.
  • Si sus miedos son fruto de su imaginación es importante enseñarle a autocalmarse: normalizar la situación, realizar ejercicios de relajación, motivarlo a pensar en algo agradable que lo calme, leer cuentos en que los personajes logran enfrentar sus miedos o historias de héroes.
  • Evite la exposición a películas de miedo, las noticias o discusiones intensas, que le puedan provocar temor o tensión.
  • Realice cambios en la pieza que generen novedad: posición de la cama, poner adorno, sacar de la vista los objetos que él refiera que producen sombras o que lo atemoricen (payaso con ojos grandes, cerrar puerta del clóset).
  • Prepare la llegada del sueño y descanso con rutinas que lo tranquilicen antes de acostarse: evite aparatos electrónicos durante la última hora, intente que ingiera comida liviana y promueva un ambiente más silencioso.
  • Puede acompañarlo a su cama, tomar su mano y anticiparle que luego de un rato se irá. Es importante retirarse antes de que se duerma y no acostarse con él, ya que si se despierta en la noche intentará buscarla. Recuerde: usted no es su tuto.
  • Puede usar algún peluche, pañuelo con olor agradable o figura de poder que le dé seguridad, como el hombre araña o una foto de alguien querido. Asimismo, puede dejar alguna luz tenue prendida.
  • Transmítale con convicción de que es capaz de dormir solo y que eso es lo que usted espera de él. Por lo que si se cambia en la noche a su cama es importante llevarlo de vuelta en silencio y sin prender luces. No debe amenazarlo con castigos.
  • Felicítelo por sus esfuerzos de enfrentar las situaciones que teme y que no le signifiquen riesgo, tales como ir al baño solo en la noche.
  • Durante el día puede realizar juegos de dominio de la oscuridad: gallinita ciega, pieza oscura, caminar por la casa oscura para buscar algo.
  • Es importante que durante el día realice actividad física, de manera de favorecer el cansancio que invita al sueño al anochecer.