Familias: en busca de la felicidad
La frase “cada día tiene su afán” podría aplicarse también a “cada generación tiene su afán”. Y es que todas las épocas han presentado distintos desafíos a la sociedad, y en particular a las familias, obligándolas a zigzaguear por caminos nuevos en su forma de relacionarse.
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La mirada de algunos estudiosos de las relaciones humanas es que los padres y madres de hoy se sienten un poco perdidos, dificultad que aumenta con la mayor tasa de separaciones y divorcios que ha ido en aumento. Para ellos, si bien es mejor que los hijos crezcan con padres separados que puedan darse oportunidad para reinventarse y ser felices, que con padres juntos que solo pelean constantemente y evidencian una gran falta de amor, señalan que los niños están creciendo más solos que nunca. Muchos, de hecho, ya no quieren casarse ni tener descendencia como opción de vida, a veces, por conflictos no resueltos respecto de lo que vivieron en su propia familia o porque quieren tomar un camino diferente al que tomaron sus padres. Incluso, algunos pueden sentir que sus padres los tuvieron sin desearlos realmente o sin tener real conciencia de lo que significaba la paternidad y sus responsabilidades. Entendiendo que no hay familias perfectas y que las definiciones de felicidad pueden ser muy variadas, sí es posible ser mejores como padres, madres, hijos y hermanos. Por lo mismo, en esta nota queremos aproximarnos a los problemas que enfrenta la familia actual con la mirada puesta en todo aquello que podemos hacer para cambiar las cosas. ¡El resultado será sorprendente e impactará tu vida y la de tus hijos! Exigidos, culposos, inseguros, expuestos a continua presión y comparación. Así observa a los padres de hoy la psicóloga Mónica López Hernando, directora del Instituto del Bienestar (IBE), terapeuta familiar y de pareja, magíster en psicología positiva y bienestar, conferencista internacional y autora de «El libro de la generosidad, inspiraciones para crear un mundo más amable» (Grijalbo). Para la experta, hoy las redes sociales capturan nuestra atención e impactan nuestras conversaciones, creencias y expectativas: “¿Tu hijo tiene 8 meses y aún no gira ni balbucea?”, “¿Come todo lo que debiese de forma saludable y cocinado por ti con ingredientes orgánicos y locales?”. Suma y sigue… Dice que en los últimos años se ve con mayor frecuencia en terapia a padres que sienten culpa por «no haber estado presentes con sus hijos tanto como les hubiese gustado»; ellos perciben que el trabajo los absorbe y agota. En sus conversaciones señalan que las nuevas generaciones están más «difíciles», les cuesta más entender sus códigos, los juzgan de «hipersensibles», «poco esforzados y sin compromiso», «que quieren solo viajar, ganar mucho y trabajar poco…», etc. Otra cosa muy presente en los padres, de acuerdo con la psicóloga, es que sienten que ya no pueden establecer límites, que sus hijos no los respetan, que hacen «lo que quieren», que las pantallas los absorben, se encierran en su pieza, solo quieren estar con sus amigos, no quieren compartir ni una cena familiar y menos abrirse en confianza con ellos. “Es importante entender que no se trata de ‘los niños de hoy’, sino de asumir que es difícil establecer hábitos y una relación saludable como familia si no se han sentado las bases desde la primera infancia… y que si bien los tiempos actuales presentan grandes desafíos, cada época ha tenido los suyos”, comenta. Mónica López explica que la soledad es hoy uno de los mayores factores de riesgo de trastornos en salud mental. De hecho, quita más años de vida que el sedentarismo y el tabaquismo. “El exceso de pantallas y la falta de conexión emocional con otros, con la naturaleza, y con la comunidad que nos rodea va generando una visión de mundo con mayor aislamiento y dificultades socioemocionales, lo cual incide en el alza enorme que hemos visto en trastornos ansiosos y depresivos desde la infancia en adelante”, puntualiza. Para nadie es sorpresa que los índices de salud mental en Chile, tanto en niños como en adultos, no están en buen pie. A veces los padres llevan muchos temas del trabajo a casa o mantienen dolores y situaciones no resueltas que los llevan a generar tensiones con toda la familia. “No debemos olvidar que la depresión no solo se muestra con desánimo y desgano con hacer cosas de la vida diaria, sino que puede coexistir en nosotros mientras seguimos ‘funcionando’ (sobre todo en personalidades exigentes y perfeccionistas), y manifestarse con el estar cada vez más irritables, reactivos, menos tolerantes… El estrés sostenido también genera depresión, por eso es tan importante buscar espacios para recuperarnos, hablar con alguien de confianza respecto a lo que sentimos y buscar apoyo cuando lo necesitamos, sobre todo si llevamos mucho tiempo mal y no hemos avanzado”, enfatiza. Muchas veces es posible reparar los daños que han mermado el bienestar de nuestra familia. Pero no solo eso: podemos dar un ejemplo de vida al reconocer en familia que hemos tomado caminos que no nos han resultado bien, que hemos ido aprendiendo y queremos mejorar, que hay amor y que hay ganas de hacer las cosas distintas. “Un aspecto positivo que he observado frecuentemente como terapeuta es que muchos padres conectan con la humildad y entienden que no es necesario comprenderlo todo para poder acoger, aceptar, acompañar y apoyar a los hijos en el camino que elijan buscando su bienestar. Esto es fundamental, pues sabemos hoy con gran evidencia que los estilos de paternidad autoritarios, basados en castigos, críticas, amenazas e imposiciones generan menor respeto, colaboración y confianza entre padres e hijos, exponiendo a los niños a más riesgos y mayor soledad”, señala. La experta menciona algunas ideas importantes que pueden ayudarnos a ser mejores como familia: Mónica López es enfática al señalar que un factor protector de gran ayuda para cultivar el bienestar en la familia es la gratitud, que se materializa en expresar agradecimiento a los otros, reconocer y apreciar todo lo que suman a nuestra vida. Y en este sentido detalla algunas prácticas que pueden ayudar a familiarizarnos con este gran valor: “Todas estas son prácticas que ayudan a sentirnos más fuertes frente a las dificultades, nos facilita el conocer mejor qué valoramos y apreciamos en la vida, nos da perspectiva y ayuda a reducir la comparación social o envidia, facilitando actitudes más colaborativas o de aprecio hacia otros”, explica. ¿Qué es la felicidad? Se preguntan muchos. Desde su experiencia como terapeuta y estudiosa del tema, Mónica López señala que la felicidad es una emoción agradable, asociada con la satisfacción con nuestra vida, un balance entre sentirse bien, funcionar bien (desarrollando nuestra mejor versión) y hacer el bien. Pues claramente la felicidad se completa cuando se comparte con otras personas. La experta enfatiza que las personas más felices presentan mayor cantidad de amistades, familiares y redes cercanas, tienen un propósito vital más claro, se valoran y valoran la vida que han construido. Además, viven más años, corren menos riesgos de accidentes, se controlan más en su salud y tienen mejores hábitos de alimentación y sueño. También tienen matrimonios y trabajos más satisfactorios, ganan más dinero y consiguen más rápidamente nuevos trabajos, son más flexibles y se reinventan con mayor facilidad. “Claramente la felicidad sí importa, y por eso, trabajar activamente por construir un entorno familiar que facilite el bienestar de todos sus miembros es fundamental”, finaliza. En «El libro de la generosidad, inspiraciones para crear un mundo más amable» (Editorial Grijalbo), Mónica López plantea cerca de 100 acciones que pueden ayudar a cultivar esta habilidad. Claramente la generosidad beneficia mucho más al que da que a quien recibe, y debe partir por uno mismo. La autora muestra —a través de historias, ejercicios y test— cómo ir entrenando esta habilidad en los distintos ámbitos (con uno mismo, en el trabajo, con amigos, en familia, etc.). Reconoce que una práctica que le encanta es ponerse en familia un desafío semanal de generosidad, donde cada uno elija cuál será la acción que intentará. Estas son algunas ideas: “Pueden elegir al menos un mes del año, noviembre por ejemplo (13 de noviembre es el día mundial de la amabilidad), para durante todo el mes ponerse desafíos que ayudarán a crear más empatía. Posiblemente esas ideas se irán instaurando como hábitos más permanentes después de experimentarlas… Seguro generará mucho tema de conversación en familia cada semana, sobre cómo se fueron sintiendo luego de realizar sus propósitos de generosidad”, explica la psicóloga. Aunque quedan pocas ediciones impresas en librerías, está disponible en e-book para quien se anime a leerlo. Además, trae una guía de cerca de 50 organizaciones para realizar voluntariado en Chile de distintas formas y el 100% de ganancias de la autora va a proyectos sociales. Nota: Si quieres conocer más de Mónica López Hernando visita: www.psicologamonicalopez.com / IG: @psicologamonicalopez Por: Cristina González, editora.
Lo cierto es que la familia, el llamado núcleo fundamental de la sociedad, puede ser un factor determinante en la vida futura de una persona. De ahí que sea tan valioso detenernos, mirarnos y evaluar cómo está nuestro nivel de felicidad y bienestar como padres e hijos. ¿Qué tipo de bienestar? Ese bienestar que nos hace sentir contenidos, escuchados, alegres y parte de un grupo que se quiere con aceptación.
Padres culposos y falta de límites
La soledad
Objetivo: mayor bienestar
El poderoso efecto de la gratitud
Felicidad… ¡sí es posible!
El libro de la generosidad