Piel: ¿en qué consiste la rosácea?

Se presenta habitualmente a partir de los 25 años, siendo el peak de incidencia a los 40 – 45 años de edad. Es más frecuente en mujeres, de piel clara y con antecedentes familiares de rosácea. Se produce por una respuesta exagerada frente a estímulos de vasodilatación tales como calor, frío extremo, viento fuerte, exposición solar y ciertos alimentos, entre otros.

Tipos de rosácea

Existen distintos tipos de rosácea, los cuales tienden a seguir una progresión de una etapa a  otra, aunque pueden presentarse en forma independiente:

• Rosácea Eritematotelangectásica (RET): Se caracteriza por flushing, eritema y telangectasias en mejillas, mentón, frente y nariz. Habitualmente se desencadena por estímulos térmicos u otros gatillantes de vasodilatación. El enrojecimiento puede durar 15 minutos hasta 3 horas y tiende a ser progresivo en el tiempo. No se asocia a síntomas sistémicos ni a otras alteraciones.
• Rosácea Papulo Pustulosa (RPP): Habitualmente son pacientes que en forma basal presentan eritema y telangectasias en la zona centrofacial, lo que se exacerba con estímulos de vasodilatación. Se agregan episodios de inflamación con papulopustulas y edema leve.
• Rosácea fimatosa (RF): Se caracteriza por presentar fimas, que consisten en engrosamientos de las partes blandas o formación de nódulos irregulares en nariz, orejas, frente o mentón (rinofima, otofima, metofima y gnastofima). Es muy infrecuente en mujeres. Su tratamiento es más complejo y habitualmente requiere de cirugía o láser ablativo.
• Rosácea ocular (RO): Puede presentarse sola, precediendo o acompañando un cuadro de rosácea cutánea (no se relaciona con la severidad de esta). Los síntomas habituales son sequedad ocular, prurito, ardor, fotosensibilidad, sensación de cuerpo extraño o irritación. La presencia de chalazion y orzuelos recurrentes pueden sugerir el diagnóstico.

Tratamiento

El tratamiento de la rosácea es principalmente cosmético, pero no por ello poco importante. Estos pacientes ven muy afectada su calidad de vida, autoestima, relaciones sociales y laborales. Además, el objetivo es evitar la progresión a etapas más complejas o desfigurantes.

Se debe informar al paciente que no existe una cura para esta condición, sino que se busca mantenerla controlada. Y es que si la persona se expone a estímulos vasodilatadores necesariamente va a activarse la rosácea, pero en menor cuantía.

Lo más importante son las medidas generales que buscan mantener una barrera cutánea sana y evitar los gatillantes. Por ello se recomienda:

• Limpieza 2 veces al día con emulsiones limpiadoras o aguas micelares especialmente diseñadas para esta condición.
• Uso de emolientes y fotoprotectores SPF 30 o superior.
• Evitar ambientes calurosos, duchas calientes y largas, estar cerca de fuentes de calor (estufas, hornos, parrillas) y la exposición solar directa.
• Evitar alimentos irritantes como quesos maduros, alcohol, ají, pimienta, mostaza y bebidas calientes, etc.

En algunos casos se debe agregar tratamiento farmacológico, el cual debe ser indicado por un dermatólogo tras un completo diagnóstico para descartar otras patologías cutáneas que pueden confundirse con rosácea, como lupus, acné, dermatitis periorificial, dermatitis seborreica, demodicidosis, entre otras.

Los tratamientos pueden ser tópicos en gel o crema, que incluyan metronidazol, permetrina, clindamicina, eritromicina, dapsona, inhibidores de calcineurina, etc. También en ocasiones se agrega terapia sistémica con antibióticos orales, ivermectina, isotretinoina, entre otros. A todo lo anterior se puede agregar terapia con láser vascular, terapia con luz pulsada intensa, máscaras faciales, etc.

Por: Dra. Carla Muñoz, dermatóloga. @dra.carlamunoz_dermatologa

 

 

 

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