La mayoría de los padres suelen sentirse inquietos ante un ataque de llanto de sus bebés, sobre todo si son padres primerizos. Pero casi siempre el llanto tiene una buena explicación y se les puede dar consuelo siguiendo algunas técnicas.

Tengo hambre:

Algunos pequeños se desesperan cuando sienten hambre. Si tras amamantarlo sospechas que un alimento o bebida lo pone quisquilloso, evita ese alimento y comprueba si hay cambio.

Quiero succionar algo:

La succión es un reflejo natural. Si tu bebé no tiene hambre, prueba ofrecerle un chupete o ayúdalo a encontrarse el dedo o el pulgar.

Estoy solo:

A veces, solo verte, escuchar tu voz o recibir un abrazo puede detener sus lágrimas.

Estoy cansado:

Cuando están cansados los bebés suelen ponerse quisquillosos, por lo que puede necesitar dormir más de lo que piensas.

Estoy húmedo:

Para algunos bebés, un pañal mojado o sucio es un desencadenante infalible del llanto.

Quiero moverme:

Algunas veces, mecer al bebé o darle un paseo por la casa puede calmarlo. Otras veces, con cambiarlo de posición basta.

 

Fuente: Clínica Mayo.