¿Qué hacer contra el abuso infantil?

De acuerdo al 4° Estudio de Maltrato Infantil de la Unicef no existen cifras totales sobre abuso infantil en Chile, puesto que entre un 75% y un 80% de los casos que afectan a niños en nuestro país no son denunciados.

Pese a ello, el informe es decidor en cuanto a quienes sufren y ejercen este tipo de violencia: las víctimas son mayoritariamente niñas de entre 5 y 9 años, seguido por el rango que va de los 10 a los 14 años; y el perfil del abusador es en un 75,1% hombres, que en un 50,4% son familiares de los menores.

¿Cómo prevenir?

Ximena Montero, docente de la Escuela de Sicología de la Universidad del Pacífico, indica que el principal elemento preventivo es que los padres o adultos cercanos mantengan una actitud de escucha, credibilidad y respeto por lo que los niños comunican cotidianamente desde que son pequeños.

“Los menores deben sentir que los padres los van a apoyar, que pueden confiar en ellos si tienen dificultades, que los van a ayudar a resolver lo que los aqueja y que no serán castigados punitivamente o maltratados por lo que pueda ocurrirles o por sus errores”, explica.

¿Cómo enfrentarlo?

La sicóloga sugiere que en caso de sospecha de abuso infantil, busque un lugar para conversar a solas y que resguarde la privacidad del niño o adolescente, pues la presencia o cercanía de quien abusa bloquea la posibilidad de develar.

Es muy importante conocer si estamos dispuestos a escuchar lo que el niño tiene que decir, pues muchas veces sienten nuestra resistencia y temen hacer daño, por lo que no abren la situación.

Por esto, a veces es mejor pedir ayuda profesional y, si hay sospechas y signos, no quedarse con la primera respuesta del niño. Debemos recordar que pueden estar sintiendo temor, vergüenza y, muy probablemente, pueden haber sido expuestos a amenazas o chantajes emocionales para asegurar su silencio.

Considerar también que el porcentaje de niños que se retractan luego de hacer un relato es altísimo. “A la hora de conversar conviene mantenerse a la altura física del niño, por ejemplo, invitarlo a tomar asiento y hacer todo lo posible por ser empático manteniendo una actitud tranquila.

Se puede preguntar de manera abierta si alguien tocó su cuerpo o genitales, o le hizo otras ‘cosas sexuales’. Se puede preguntar por el signo que le hace sospechar o por algún indicador como la develación parcial del niño.

Por ejemplo: ‘vi que dejaste una hoja sobre la mesa de tu dormitorio, donde decías que estabas sufriendo por un secreto… ¿me puede contar más?… quiero ayudarte en esto’”, precisa.

Señales

-Entre los indicadores físicos está la presencia de cualquier señal anormal en el cuerpo y genitales de los niños tales como irritación, lesión, sangramiento, infección, presencia de dolor o molestias en área genital, infecciones urinarias recurrentes, cuerpos extraños en el ano y la vagina, retroceso en el proceso de control de esfínter, es decir, se orinan (enuresis) o defecan (encopresis) y embarazo oculto y/o precoz, entre otros.

-Como indicadores conductuales se manifiesta un comportamiento sexual inapropiado para su edad como masturbación compulsiva, promiscuidad sexual, exacerbación en conductas de carácter sexual, agresión sexual a otros niños, presencia de conocimientos sexuales poco comunes para la edad (por ejemplo, un niño pequeño que hace comentarios acerca de sexo oral) y comportamientos extraños (por ejemplo, vestirse con varias capas de ropa o acostarse vestido para dormir).

-Los indicadores sicológicos o emocionales pueden ser cambios repentinos en la conducta o en el rendimiento escolar; dificultad en establecer límites relacionales, tales como desconfianza o excesiva confianza; resistencia a regresar a la casa después del colegio; retroceso en el lenguaje; trastornos del sueño; desórdenes en la alimentación; fugas del hogar; autoestima disminuida; trastornos somáticos como dolor de cabeza y/o abdominal, desmayos; ansiedad, inestabilidad emocional, sentimientos de culpa, inhibición o pudor excesivo; aislamiento, escasa relación con sus compañeros o miedo a estar solo o con algún miembro específico de la familia; intentos de suicidio o ideas suicidas.