Todo lo que haces por tu hijo debería estar dirigido a dejarlo preparado para la vida. Cuando le enseñas a tomar bien la cuchara, cuando lo corriges porque hizo algo mal, cuando lo abrazas y le expresas cuánto lo quieres; TODO le da herramientas para manejar mejor (¡ojalá!) las distintas situaciones que enfrentará cuando sea un adulto.

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