Para algunos padres, la idea de enseñar a los niños la empatía cuando todavía no dominan el arte de atar sus zapatos puede parecer un poco absurda. Pero se les puede ayudar a construir una conciencia de los demás poco a poco.
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Es posible que los niños no entiendan las sutilezas de lo que significa ser empático, pero no necesitan hacerlo. “Usted no se va a sentar con un niño de 4 años a decirle, bueno, esto es lo que significa la empatía. Lo que queremos es que los niños empiecen a desarrollar esa conciencia de cómo se sienten los demás y comiencen a usarla como una especie de guía sobre cómo comportarse”, dice Rachel Busman, psicóloga clínica del Child Mind Institute.
Y al mismo tiempo, queremos ayudar a los niños a sentirse cómodos expresando sus propios sentimientos y poniendo límites, incluso cuando respetan los límites de los demás. Eso requiere práctica.
Aprovechar el momento justo
La empatía la percibimos como algo de adultos. Pero, en realidad, a la edad de 3 años la mayoría de los niños mostrarán instintivamente preocupación por un amigo que llora, o se darán cuenta cuando alguien “metió la pata” y quieren darle un consuelo.
Los niños más pequeños aprenden mejor por experiencia, por lo que los padres deben comenzar abordando los comportamientos problemáticos cuando ocurren. Y es que el entrenamiento en habilidades sociales siempre es mejor cuando puedes hacerlo en tiempo real. Es más probable que los niños recuerden qué hacer en esa situación y puedan replicar el comportamiento la próxima vez que surja.
Afortunadamente, la mayoría de los niños dan muchas oportunidades para practicar la intervención en tiempo real. Por ejemplo:
- “¿Cómo crees que se sintió Pedro cuando le quitaste el juguete?”.
- Si su hijo toma de un brazo a un amigo que no quiere levantarse, puede alentarlo a pensar en cómo se sentiría su amigo y por qué es importante preguntar antes de tocarlo: “Es importante preguntar antes de tocar a otra persona porque esa persona podría no sentirse bien, o podría estar de malhumor y no querer jugar en ese momento”.
- A veces, el egoísmo de los niños puede ser una herramienta útil. Pídale a su hijo que piense cómo se siente cuando su hermana no lo deja jugar con sus amigos, o no quiere compartir su postre. Luego, pregúntele cómo cree que se sentiría ella si él hiciera lo mismo.
Usar los sentimientos de su hijo como un espejo para los demás puede ayudar a crear una perspectiva y le da la oportunidad de vincular las acciones con los sentimientos que provocan.
Fuente: Child Mind Institute
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