Crianza: ¿Qué son los refuerzos-trampa?

Para entender mejor en qué consisten, a continuación se muestran 3 tipos de refuerzos-trampa con sus respectivos ejemplos de frases. Muchas veces los padres caen en este tipo de comunicación con sus hijos sin darse cuenta de ello.

1-Refuerzos que dejan ver la insatisfacción

Cuando utilizamos una situación positiva para demostrar insatisfacción o pedir un poco más, el cerebro del niño, en lugar de sentir la satisfacción que serviría como refuerzo, experimentará frustración. Por ejemplo, si la mamá de Sofía le dice: «Lo has recogido todo, pero he tenido que pedírtelo tres veces», la niña sentirá que se reprueba su conducta y aprenderá que no merece la pena hacer el esfuerzo.

2-Refuerzos que expresan rencor o despiertan culpa

Si cuando tu hijo se comporta adecuadamente a la hora de vestirse, le haces un comentario como: «Muy bien, Benjamín, hoy te has vestido bien, no como otros días», su cerebro sentirá inmediatamente el peso del reproche y el refuerzo habrá perdido toda utilidad.

3-Refuerzos que expresan obligación

Cuando a un niño le decimos: «Muy bien, Cata, espero que a partir de ahora lo hagas siempre así», su cerebro detectará inmediatamente que, más que una recompensa, el comentario expresa exigencia. En lugar de satisfacción, su cerebro experimentará frustración.

Efectos en el niño

El efecto inmediato tras un refuerzo-trampa es que el niño se siente triste o frustrado.

El efecto a corto plazo es que el refuerzo no tendrá ninguna efectividad, porque su cerebro no sintió ninguna satisfacción y, por lo tanto, es posible que tarde tiempo en volver a comportarse bien.

El efecto a largo plazo, si este tipo de refuerzos-trampa se repiten, es que el niño irá experimentando una lejanía emocional frente a su papá o a su mamá, ya que la insatisfacción que producen estos dardos envenenados hará que se aleje afectivamente de los padres.

Toma nota

• Refuerza a tu hijo con reconocimiento, tiempo y cariño, y deja a un lado las recompensas materiales y la comida.
• Evita ofrecer a tu hijo recompensas o premios a cambio de su comportamiento, y, por el contrario, ayúdalo a sentirse satisfecho cuando hace lo que le pediste o se porta adecuadamente.
• Presta mucha atención al cambio, a las cosas que tu hijo está haciendo mejor, y valora siempre sus progresos y su intención, más que el resultado final.
• En lugar de decir: «Lo has hecho muy bien, pero puedes hacerlo mejor»; prueba con: «Lo has hecho genial».
• En lugar de decir: «Muy bien, te has vestido solo. No como otros días»; prueba con: «Te has vestido súper bien, sí señor».
• En lugar de decir: «Cata, lo has hecho muy bien, espero que lo hagas siempre así»; prueba con: «Cata, eres una campeona».

Fuente: Libro: «El cerebro del niño explicado a los padres», escrito por el Dr. Álvaro Bilbao, neuropsicólogo especializado en neurociencia.

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