En los últimos años han aumentado las investigaciones sobre disfonía infantil, en relación a la importancia que se le ha brindado a la comunicación del niño durante la primera infancia.

Según explica Loreto Nercelles, académica de la Escuela de Fonoaudiología de la U. Andrés Bello, “los estudios han llegado a establecer que los malos hábitos vocales podrían provocar daños a largo plazo en la estructura de los pliegues vocales. Esto podría desencadenar disfonías que se mantienen hasta la adultez. Especialmente si existen factores asociados como alergia, enfermedades respiratorias asociadas, etc.”.

Las disfonías infantiles corresponden a alteraciones de la voz que se caracterizan por modificar las características acústicas (tono, intensidad, timbre, extensión y duración). “Generalmente se manifiesta en niños entre los 5 y 7 años de edad, aunque también pueden aparecer a edades más tempranas. Puede deberse a una patología orgánica y/o funcional, dentro de las lesiones orgánicas adquiridas, los nódulos vocales son los más frecuentes”, dice la experta.

Estar atentos

La fonoaudióloga subraya que “una dificultad importante en el diagnóstico es que la alteración no es un fenómeno fácilmente reconocible por los padres, profesores, ni pediatras”.

Advierte que “el entorno cercano se acostumbra a ciertas características de la voz del menor y no las consideran una alteración o algo fuera de la normalidad. Sumado a esto, en ocasiones ni el propio niño destaca su voz como algo negativo ni percibe incomodidades físicas asociadas a la disfonía”.

Sin embargo, la académica detalla algunos consejos en caso de estar frente a un diagnóstico de disfonía infantil:

1.- Consultar a la brevedad a un médico otorrinolaringólogo si la disfonía no está asociada a ningún resfrío y lleva más de una semana.

2.- Realizar terapia fonoaudiológica para aprender técnica vocal.

3.- Favorecer la hidratación del menor aumentando la ingesta de líquidos, en especial agua.

4.- Cuidar al menor de los cambios de temperatura, abrigándolo en la zona de cuello y vías respiratorias.

5.- Enseñar al menor a hacer pausas vocales en el día y tener momentos de silencio.

6.- Enseñar al menor a tomar aire antes de hablar y pedirle que hable más lento.

7.- En caso que la disfonía esté establecida, evitar conductas de sobreesfuerzo vocal como gritar y cantar.

Terapia

Para la terapia fonoaudiológica no hay requisitos de edad, lo importante es empezar apenas se pueda. “En caso de niños menores de 4 años se realiza un tratamiento indirecto con indicaciones a los padres, cambio de hábitos y en especial educar al menor para que tome conciencia sobre el problema. Para los más grandes se realizan terapias semanales donde se agregan ejercicios con sonidos facilitadores que producen que la laringe no realice tanto esfuerzo al fonar. Por supuesto que en forma lúdica, para que el menor sienta que está jugando”, explica Loreto Nercelles.