Alexis Sánchez y Arturo Vidal, dos ídolos indiscutibles de la Roja. Muchas veces los niños admiran a sus deportistas favoritos y quieren ser como ellos. ¿Está bien esa conducta o los padres deberíamos preocuparnos?

El Dr. Alfonso Correa, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil de Clínica Alemana, indica que dentro del proceso de formación de identidad de los niños pueden existir fanatismos en algunos momentos por determinados modelos de identificación.

Al principio, estos modelos son los padres o figuras adultas vinculadas afectivamente y por presencia física más persistente. A esto no correspondería llamarle fanatismo, ya que si bien es bastante intenso y marcado, es un vínculo esperable e imprescindible en la etapa de desarrollo inicial (primeros 2 años).

Luego pueden surgir algunos fanatismos por personajes ficticios, principalmente entre los 3 y 5 años, para luego aparecer fanatismos por figuras famosas, personajes de televisión o del mundo artístico que pueden permanecer durante la adolescencia. En este último período pueden aparecer otros fanatismos más vinculados con ideales o valores que el joven aprecia o espera incluir en su forma de vida.

No a la idolatría

El Dr. Correa señala que es bueno tener patrones de referencia y modelos que ayuden al niño a definirse y descubrir quién es y qué quiere ser, pues es necesario en el desarrollo y adquisición de identidad. Pero los fanatismos -idolatrando al posible modelo- no ayudan, pues limitan su libertad de desarrollo, el descubrimiento y construcción de su propia identidad. Estimula al niño a ser como otro o buscar la autovaloración sólo en la medida que se parezca a ese otro”, indica.

Frente al fanatismo de los niños los padres deben entender su necesidad de modelos, de los que se pueden tomar algunos aspectos como referentes a seguir o como valores a lograr, idealmente dentro de un proceso flexible y no absolutista.

“Como padres debemos promover que se trate de aspectos que valoro del otro y no con una visión totalitaria. Los ídolos serán positivos en la medida que me ayudan a reconocer lo que me gusta, lo que valoro, lo que pienso que corresponde, lo que soy, etc. Pero simplemente como una ayuda o pauta para esa construcción de mi identidad y visión de mundo y no como una definición en sí misma o un prototipo absoluto a seguir”, puntualiza