Mi hijo o hija no sabe atarse los zapatos
En la medida que los niños van creciendo los padres están atentos a nuevos logros que van aprendiendo para ser más autónomos. Uno de esos aprendizajes tiene que ver con la posibilidad de atarse los zapatos. “El poder atarse los zapatos tiene relación con un hábito y una habilidad que todos desarrollamos en la medida que crecemos y que se llama praxia (proceso neurológico que comprende habilidades para realizar movimientos organizados y voluntarios). La praxia es la habilidad de desarrollar actos motores como peinarse, ponerse la ropa, vestirse, comer o en este caso atarse los cordones de los zapatos”, señala Catherine Canales, terapeuta ocupacional y académica de la Facultad de Odontología y Ciencias de la Rehabilitación de la Universidad San Sebastián. La experta señala que el proceso de entrenamiento se inicia entre los 6 y 7 años, y se consolida entre los 7 y 8 años. Pero como hoy muchas zapatillas vienen con velcro, los niños tienen menos entrenamiento para amarrarse los cordones respecto al que tuvieron las generaciones anteriores. Por eso algunos padres pueden ver que a sus hijos les cuesta más, pero también existen otros motivos. Hay niños que no logran hacer esa praxis y puede existir una razón más neurológica por algún tipo de trastorno o enfermedad asociada donde les cuesta coordinar sus movimientos. Además, existen problemas de integración sensorial relacionados con una percepción distinta de los estímulos del entorno. «Por ejemplo, a un niño lo tocan y no percibe que lo tocaron; o bien el niño puede percibir el mismo estímulo de una manera exagerada y tiene una sobrerreacción. Entonces cuando hay niños que tienen alteraciones respecto a cómo perciben el tacto, el movimiento o la audición, esto se expresa en problemas de coordinación y de praxis. Por eso, cuando llega el minuto de atarse los zapatos no tienen la capacidad y la coordinación necesaria. Él puede ver la zapatilla y saber lo que tiene que hacer, pero al momento de planificar y ejecutar la actividad no logra coordinar sus movimientos y cuerpo para hacerlo”, explica la terapeuta ocupacional de la Universidad San Sebastián. Cabe destacar que en el desarrollo psicomotor normal se espera, por ejemplo, que los niños caminen a los 12 meses. Pero hay algunos que caminan antes del año y otros que caminan cuando tienen 1 año y 6 meses, y eso sigue siendo normal. Entonces, de acuerdo con la experta, en el caso de atarse los zapatos entre los 6 y 7 años es un rango de normalidad para la mayoría, pero puede ocurrir que lo consigan a los 5 o 9 años. La forma en que yo enseño e informo a los padres, y creo que es la más sencilla en mi experiencia clínica, es hacer el primer nudo y luego hacer dos orejas de conejo. Luego esas dos orejas se juntan y se cruzan para lograr un segundo nudo. Resulta más fácil que la otra forma que implica hacerles una sola oreja y después pasar el cordón alrededor de ella, que es lo clásico que hacemos los adultos. En general, les recomiendo a los padres que amarren los cordones en un zapato que esté sobre la mesa y no puesto. O bien que lo hagan como un juego con el zapato del papá, mamá o hermano, y después con el de ellos. A continuación, puedes revisar este video de Youtube de @Trucoyeduco donde se muestra la técnica recomendada por Catherine: el conejo. Ahora a practicar y ¡suerte!
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Cuando los niños son pequeños existen muchos modelos de calzado con velcro que ayudan en esta tarea. Pero al aumentar el número y la talla se vuelven más escasos y el niño debe iniciar sí o sí el aprendizaje de anudar los cordones. Algunos se demoran más que otros y en ocasiones los padres se preocupan porque no hay manera de que su hijo o hija aprenda esta acción.
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¿Cuál es la técnica más efectiva para enseñarles?
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