Gritos
Cuando se grita a un niño se está hiriendo y dañando su cerebro. El niño necesita mucho afecto para su buen desarrollo cognitivo. Si gritas y pegas no le puedes pedir a tu hijo que no lo haga él también. Gran parte del aprendizaje de los niños se basa en la imitación. Si quieres un hogar tranquilo y sin gritos, mantén la calma. Transforma los gritos en palabras cercanas de comprensión.
Llanto
Cuando un niño llora no te está poniendo a prueba, lo está pasando muy mal y necesita que se le acompañe sin ser juzgado. Necesita comprensión, necesita tu mirada, un abrazo tuyo, te necesita a ti. Cuando un niño tiene una rabieta puedes ofrecerle herramientas, como por ejemplo dos opciones positivas: ¿Qué prefieres de postre, pera o manzana? De esta forma se sentirá útil. Puedes orientarle en vez de corregirle continuamente.
Límites
Ponemos tantos límites a los niños que en muchas ocasiones no saben a qué hacer caso. Ponle los límites necesarios y con claridad. En vez de decirle lo que no puede hacer constantemente, dile lo que sí puede hacer. Utiliza un lenguaje más positivo. En vez de “No grites”, puedes decirle “¿Qué te parece si hablamos más bajito?”.
Paciencia
Uno de los grandes retos de educar de forma respetuosa es trabajar nuestra paciencia. Necesitas momentos en exclusiva para ti. Cuídate para poder cuidar. Si hoy no has tenido un buen día, delega en otro miembro de la familia. No afrontes tú el conflicto, sal del área, respira, bebe agua, descansa y cuando te sientas capaz, puedes dar pie al diálogo. Piensa que tu hijo lleva todo el día esperando a que llegues a casa para estar contigo, no se merece escuchar gritos constantemente.
Los factores de estrés del adulto son factores externos al niño y son los que hacen que el niño pague las consecuencias la mayoría de las veces. Por ejemplo, si el niño ha roto un jarrón, es porque el jarrón estaba a su alcance. Nosotros como adultos debemos prever la situación y poner el jarrón a mayor altura. Si es un adulto el que rompe ese mismo jarrón lo calificamos como “accidente”, mientras que si lo hace el niño es una travesura. Debemos ser coherentes con los mensajes que enviamos a la infancia.
Respeto
Crea una relación de amor incondicional con tu hijo o hija. El respeto mutuo significa amor incondicional. Los gritos, amenazas, humillaciones, etc. crean una relación tóxica con tu hijo. Educa desde el corazón, con respeto, presencia y empatía. Comunícate con tu hijo, toma en cuenta sus opiniones, haz que se sienta útil, etc. Haz de tu crianza una crianza consciente y disfrutada para vivir en armonía. La familia es un equipo, y como tal no debe de haber jerarquías.
Muestras de afecto
Los niños necesitan muestras de afecto a diario para creer en sí mismos y fortalecer la confianza contigo. Dile a diario que le quieres, que crees en él, que es único y especial, dale las gracias. Y si hace falta, porque ha habido algún conflicto, pídele perdón.
Malas palabras o groserías
Comunícate con tu hijo con un lenguaje positivo y utiliza palabras amables. Evita las groserías. Las palabras hirientes se clavan en el alma. Con un comportamiento autoritario se hiere y nunca se sabe cuál de estas conductas será la que marque al niño/a y le deje huella de por vida.
Por: Carmen Prieto Ribó, neuroeducadora y especialista en comportamiento infantil y juego. Cofundadora de Ubuntu Crianza, Asociación Española de Crianza Respetuosa y Consciente. Instagram: @carmenprieto_crianza
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