Carolina Pérez: Una epidemia digital amenaza a los niños
La tecnología disponible hoy a través de un celular nos permite acceder a un mundo de información como nunca antes lo tuvimos. Muchas actividades de la vida diaria —desde comprar online hasta programar las cerraduras de la puerta de acceso de tu casa— pueden hacerse con un clic. Ese poder al alcance de la mano es adictivo. Y como toda adicción, es peligrosa, especialmente cuando se trata de niños conectados a pantallas sin mayor supervisión. Y nos preguntamos: ¿en qué realidad les acomoda más estar: en la virtual o en la real? ¿Prefieren el videojuego en vez de invitar un amigo a la casa? ¿Qué tipo de información están consultando nuestros hijos? ¿Les afecta ver o experimentar escenas de violencia? ¿Han sufrido ciberacoso? ¿Cuántas horas diarias están realmente conectados? ¿Duermen menos horas por estar “pegados” al celular? Demasiadas preguntas, pero la más importante es: ¿qué vamos a hacer los adultos para prevenir los problemas de salud mental relacionados con el abuso de pantallas? Dato: ya existen clínicas de desintoxicación de pantallas. Conversamos nuevamente con la educadora Carolina Pérez Stephens, Directora del Jardín Infantil Starfish, quien acaba de lanzar su primer libro “Secuestrados por las pantallas”, donde expone hechos sobre lo que está ocurriendo con los niños y adolescentes. Los invitamos a leer y compartir la información recopilada por Carolina, y sobre todo a revisar nuestras propias conductas en relación con el uso/abuso de pantallas. Ya sabemos: “de tal palo, tal astilla…”. En Chile la gente mete en una misma bolsa a todas las pantallas, pero hay que diferenciar entre las pantallas pasivas, como la televisión, y las pantallas interactivas, como tablets o smartphones, que incluyen juegos de video, redes sociales y apps. Las pantallas pasivas son como una pausa en el desarrollo cerebral de un niño; en cambio, las pantallas interactivas causan un daño para este cerebro en desarrollo. Durante el 2020 estudié mucho sobre los posibles impactos que tendría la pandemia en la salud mental y emocional de los niños, y cómo esto iba a influir en su desarrollo cognitivo. Y lo que más decían los expertos es que nosotras, las educadoras, si nos capacitábamos y hacíamos los cambios necesarios íbamos a poder ayudar a todos los niños, no así con los adolescentes. En general, lo que hemos visto son niños que llegaron con menor vocabulario y destrezas sociales. Pero con toda nuestra ayuda, tanto para los niños como para sus familias, han avanzado muy bien, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer. Lo que más llama la atención es que son niños que no miran a los ojos, tienen muy poco vocabulario y no son capaces de entretenerse o disfrutar de las cosas simples de la vida, como asombrarse con los insectos, jugar con amigos en la plaza o jugar con el gato. Todas estas actividades son claves para un sano desarrollo, tanto del cerebro como de las destrezas sociales. Y muchos niños se las están perdiendo por estar mirando para abajo, calladitos, una pantalla. Un preescolar que no ha estado expuesto a pantallas es un niño que disfruta de su infancia como se ha hecho desde la época de las cavernas. Es un niño con ganas de descubrir el mundo, de correr y de cantar. Es un niño que no para de moverse y que se sorprende de las cosas más pequeñas de la vida, como mirar una hoja, seguir una fila de hormigas o hacerle un funeral a una abeja que encontró muerta. El 23 de noviembre fue el lanzamiento oficial del libro de Carolina: “Secuestrados por las pantallas, una adicción en niños, niñas y adolescentes”. Es fruto de varios años de estudio y observación en sus salas de clases. Desde hace un tiempo, esta educadora con máster en la Universidad de Harvard ha levantado la voz para advertir a los padres y educadores las consecuencias del exceso de pantallas en niños. Ha dado muchas entrevistas y ha ofrecido cientos de charlas a padres y profesores. Por ello, este, su primer libro, viene a reforzar su estrategia para que la sociedad vaya tomando conciencia. “Lo que más me motivó a sacar el libro fue la perseverancia de mis editoras de Zig-Zag, que me decían que sería un aporte para el país. Honestamente nunca pensé que sería un libro que causara tanta sensación. Hace cinco años me decían que lo mejor era que me quedara callada, porque ‘la micro iba para otro lado’. Pero me la jugué por mi intuición. Es un libro entretenido, con chistes entremedio, con testimonios de adolescentes y padres chilenos, que muestra una realidad y te da herramientas prácticas para ‘nadar contra la corriente’. Para mí los aspectos más importantes del libro tienen que ver con el desarrollo del cerebro. Una parte se refiere a cómo aprenden realmente los niños y otra se refiere al cerebro adolescente. Si los padres y profesores conocieran esta información no caerían en la trampa de ‘todos tienen smartphone así que tengo que regalarle uno a mi hija para que no quede fuera’. La información científica empodera”, destaca Carolina. ¡¡¡Ufff, son tantos!!! Pero los más recientes se refieren a la enorme cantidad de clínicas de rehabilitación de pantallas que existen hoy en día; incluso tienen listas de espera. La clave, dicen todas las nuevas investigaciones, es prevenir, ya que curar es demasiado caro y difícil. Mi mayor preocupación es por los contenidos inapropiados que pueden ver los niños en su smartphone o en el celular de un compañero de curso. Los efectos de la pornografía violenta en niños de 10 años puede llegar a ser algo muy traumático para el resto de su vida. Es por esto que los colegios deben “ponerse las pilas” y regular su uso. Muchos países ya lo están haciendo: prohibición de uso de smartphones durante toda la jornada escolar, incluidos paseos de curso y salidas pedagógicas. Los celulares no tienen ninguna razón de ser al interior del colegio, desde prekínder a cuarto medio. Si hay un accidente existe una enfermera que llamará a los padres; y si una profesora quiere que sus alumnos investiguen, pueden ir a la biblioteca o a la sala de computación. De manera concreta, salir a jugar y dejar que sus hijos se aburran; y segundo, ser firmes y “no pisar el palito”. Que el computador solo sea para uso escolar o académico. Y si necesita saber dónde está su hijo, puede prestarle un “teléfono almeja” que ahora se llaman “para tercera edad”. Los niños y adolescentes no necesitan ni pueden manejar sanamente el oráculo que significa un smartphone con conexión a internet. Los directores de colegios. Ellos y los profesores debieran estudiar, dudar y cuestionar para tener la valentía y fortaleza de hacer valer la prohibición de smartphones en los colegios. Para niños preescolares la cuota es cero pantallas hasta los 3 años. Entre 3 y 5 años, un máximo de treinta minutos en la medida que sea algo educativo y guiado por un adulto. Estas son las recomendaciones que da la Academia de Pediatría de Estados Unidos. (Ríe) Estoy disfrutando de este primer hijo. Ya veremos más adelante.
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No hay que ser un gran observador para darse cuenta de que los niños que pasan horas «jugando» con las pantallas están teniendo conductas que llaman la atención de sus padres, profesores y familia en general. En muchas reuniones con amigos o familiares es común ver niños juntos, pero cada uno conectado a su celular; lo mismo en los recreos escolares o incluso en juntas presenciales de adolescentes. Están, pero no están…
Carolina, cuando hablas de pantallas ¿a qué dispositivo te refieres específicamente?
Cuando tus alumnos volvieron a la presencialidad, ¿notaste alguna diferencia en el comportamiento o rendimiento asociado al uso de más pantallas durante la pandemia?
Según tu experiencia en las salas de clases, ¿qué conductas percibes en preescolares sometidos a mucha exposición de pantallas?
Una lectura imperdible
¿Cuáles son los datos científicos más recientes respecto del abuso de pantallas?
La presión social por estar en el mundo digital abarca a adultos y niños, siendo estos los más expuestos a efectos nocivos. ¿Cuáles son para ti los efectos más peligrosos?
¿Qué pueden hacer concretamente los padres para prevenir el exceso de pantallas con hijos de distintas edades?
Además de los padres, ¿quiénes debiesen estar presentes para lograr que el abuso de pantallas no se siga extendiendo?
¿Consideras que existe alguna cuota armónica de uso de pantallas en niños preescolares?
¿Y cuándo sale el próximo libro?