El maltrato está en boca de todos hoy en día a propósito de los numerosos casos de femicidio que han salido en la prensa. Lo cierto es que existen al menos dos tipos de maltratos que pueden experimentar las personas: el físico y el psicológico. En la vida se presentan maltratos de los cuales es casi imposible escapar, como por ejemplo en la niñez, cuando algún mayor -probablemente un padre o una madre- castigan físicamente a los hijos. Otro maltrato no menos frecuente es la descalificación constante que viven muchas personas desde que nacen hasta que salen de sus familias de origen.

Los maltratos tempranos dejan profundas huellas no sólo a nivel físico, sino también de manera muy relevante en la seguridad personal y estructuración de la personalidad del que los vive. En numerosas ocasiones he escuchado a mujeres que dicen que su decisión de casarse fue tomada básicamente por una motivación de escapar de sus casas donde vivían una situación de maltrato, y no por estar realmente enamoradas. Otras muestran en su adultez huellas profundas de inseguridad personal y baja autoestima, ya que después de tantas descalificaciones es casi imposible no terminar creyendo gran parte de los contenidos que se les han criticado durante tanto tiempo.

Todo lo anterior se refiere a maltratos que difícilmente se pueden evitar. Sin embargo, existen otros tipos de maltratos que sí dependen de nuestra conducta al momento de aceptar  o no aceptar.

Comunicar el tema

En el tema de los maltratos vividos por muchas mujeres y sus parejas, creo que es importante formularse la siguiente pregunta: ¿cuántos de esos maltratos son permitidos por las mujeres al carecer de las herramientas psicológicas y comunicacionales para poder defenderse?

La asertividad, concepto que se refiere a un estilo de comunicación desde el cual se expresan pensamientos, sentimientos, opiniones, etc. de manera respetuosa para con uno y para con los demás, nos ayuda a hacer valer nuestros derechos personales y a no estar dispuestas a recibir un trato irrespetuoso por parte de nadie. Obviamente esto es equivalente al hecho de respetar los derechos de los demás.

Entonces, si muchas mujeres maltratadas no hubiesen permitido esta conducta desde la primera vez que no fueron tratadas con respeto, lo más seguro es que hubiesen rayado la cancha de una manera muy diferente. Lo contrario es aguantar una y mil veces que otra persona rebaje nuestra dignidad o simplemente nos trate de una manera que sabemos no nos merecemos.

Revisión

Es importante que hagamos una revisión respecto a nuestra socialización, ya que esto nos dará claves de por qué muchas veces las mujeres permiten ser maltratadas por sus parejas. Lo más probable es que en sus hogares hayan visto este tipo de conducta como algo natural y por lo tanto les cueste trabajo darse cuenta de cuándo se les está faltando el respeto. Finalmente no saben qué hacer para que esta espiral de descalificaciones y malos tratos no se produzca.

En un tipo de sociedad como la que vivimos hoy, lo primero que debemos trabajar es el miedo al espejo social o al qué dirán. SI ALGUIEN NOS MALTRATA ES NECESARIO COMUNICARLO ABIERTAMENTE Y SIN VERGÜENZA. LA VERGÜENZA LE CORRESPONDE A LA PERSONA QUE MALTRATA Y NO A LA QUE LO SUFRE, INDEPENDIENTEMENTE DEL SEXO, EDAD Y CONDICIÓN SOCIAL.

 

Por: Javiera de la Plaza, sicóloga especialista en asertividad.