Picky eater: niños que no comen bien
Muchos papás pasan un mal rato cada vez que se encuentran con niños que no comen o son mañosos para comer. El problema es cuando no logran recibir una cantidad suficiente de alimentos que les permita asegurar un aporte nutricional adecuado. Son los llamados niños «picky eater».
Este problema aumenta el estrés de la familia y puede generar un impacto negativo en el desarrollo físico, intelectual y social de los niños. Por lo mismo, es un motivo frecuente de consulta al pediatra.
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El menor debe ser capaz de reconocer sus señales de hambre y de saciedad. A su vez, la persona que lo cuida tiene que responder de manera adecuada a ellas. Otro factor a considerar es la interacción madre-hijo, que puede estar alterada y puede determinar patrones de alimentación mal adaptados. Según estudios científicos, los casos de niños que no comen afecta a casi la mitad de los niños normales. Es algo que se presenta en ocho de cada diez menores con problemas neurológicos; y también en prematuros y niños de bajo peso después de ser dados de alta del hospital. Entre las características de los niños que no comen, quisquillosos para comer o “picky eater” se encuentran: Si bien la preocupación de los padres es variable, es importante destacar que este síndrome se puede considerar como una forma subclínica de anorexia infantil. De acuerdo a la experta, se estima que todo este aprendizaje de a dos forma parte del proceso normal del desarrollo. Los patrones de aceptación del alimento cambian; hay una fobia a lo nuevo (neofobia) y está presente una lucha del menor por su autonomía. A ello, debemos sumar las preferencias personales de alimentos y (la influencia que haya tenido) la lactancia materna, dado que eso le permite haber tomado contacto con una variedad de sabores a través de la leche dependiendo de la ingesta de la madre. En relación con los padres, su modelo de consumo de alimentos es crítico en el establecimiento de patrones de alimentación de sus hijos. Por otro lado, el control estricto de la ingesta u obligar a comer no permite reconocer señales para la auto-regulación. El manejo de elementos distractores también ocupa un lugar relevante. Respecto de los alimentos nuevos, algunos factores que influyen en los niños que no comen son los hábitos de la familia y pares (compañeros de sala cuna, jardín, etc.). También es necesario considerar la cantidad de veces en que se le ofrece un alimento nuevo, el contexto social en que esto ocurre, si el niño percibe alabanzas o reproches al consumir algunos alimentos, y la exposición y aceptación de la madre a un alimento nuevo. Si la mamá (o el papá) es mañoso, el niño podría tender a seguir su modelo. Por último, las estrategias publicitarias impactan en lo que los niños escogen para comer. [irp posts=»3357″ name=»Qué hacer para que los niños coman más verduras»] Desde el punto de vista de la sociedad, se considera exitosa a la madre cuando tiene un hijo que desarrolla al máximo sus potencialidades incluido el crecimiento. Al pediatra le corresponde identificar comportamientos de los padres y/o los niños que producen o exacerban los problemas a la hora de comer. Además, tiene que investigar si el niño no come cantidades adecuadas en relación a las recomendaciones, o si tiene que ver con la cantidad que la mamá o cuidadora desea (no es lo mismo). El pediatra realiza evaluaciones antropométricas (peso/talla) durante los controles periódicos y refuerza las indicaciones para los papás. Asimismo, tiene que determinar el estado de salud actual del niño y descartar que haya alguna enfermedad orgánica y compromiso nutricional. Muchas veces, los padres no ayudan a sus hijos a aprender a expresar sus emociones. Por eso, los problemas a la hora de comer pueden ser un “lenguaje alternativo” del niño. A veces los papás expresan sus propias emociones por medio de la alimentación, usándola para premiar o castigar a sus hijos. Pero está demostrado que esto último empeora los hábitos y la lucha por el poder. Algunas sugerencias a la hora de comer son: ordenar horarios, abstenerse de dar colaciones a los niños, evitar las distracciones y comer en familia. Entre las reglas de oro que conviene seguir se encuentran: Si no es suficiente con el cambio de hábitos, la doctora Bustos indica que se puede recurrir a suplementos nutricionales para cubrir los requerimientos en los niños que no tienen una ingesta adecuada de energía y nutrientes. De ese modo se interrumpe el círculo vicioso de conflicto y control, y se puede lograr un aumento significativo de peso y talla. A su vez, la suplementación oral puede ayudar a bajar el nivel de angustia del niño y de la madre. Lo recomendable es intervenir en forma temprana, para prevenir el compromiso nutricional y evitar que se llegue a alteraciones más severas de la conducta alimentaria. Hay que considerar que los niños que se alimentan en forma normal, los “picky eaters” y los que tienen anorexia infantil están en un sistema cuya severidad está determinada, en gran medida, por la habilidad de los papás para manejarla y que ellos cuenten con el debido apoyo profesional. [irp posts=»1398″ name=»¿Hay que obligar a los niños a comer?»]
La Dra Elena Bustos, nutrióloga infantil del Departamento de Pediatría del Hospital Militar, señala que para que el proceso de alimentación sea exitoso lo ideal es que participen la mamá o cuidadora y el niño, más la familia, en un contexto sociocultural.
Cómo reconocerlos
Factores influyentes
Cómo enfrentar el tema
Consejos para niños que no comen