Muchos padres llegan a la consulta del terapeuta esperando que «le sanen a su hijo de forma rápida», algo así como: “arrégleme este niño, que viene con estos problemas y estoy aburrido de tener molestias en el colegio o casa”. Estos padres no asumen ninguna responsabilidad, de hecho, pueden ofenderse cuando se les dice que los comportamientos de los pequeños están asociados a las dinámicas que crean los adultos dentro del hogar.

Tenemos un sistema educacional que está diseñado para hacer que los pequeños calcen con cierto molde, más que darles herramientas de crecimiento personal, herramientas para manejar sus emociones, conocerse y desarrollar sus talentos naturales. Este es el modelo que recomienda darles remedios a niños que no tienen nada de malo, excepto ser más despiertos, activos o con intereses más dinámicos. ¿No será que la educación actual es la que no está a tono con las necesidades de los niños de hoy en día, más que decir que un porcentaje alarmantemente alto de los pequeños viene con fallas y debe ser medicado?

Necesidades diferentes

A mi consulta llegan muchos pequeños tomando remedios para la hiperactividad y déficit atencional, niños que en realidad no los necesitan para nada y que no tienen nada de malo. Simplemente tienen necesidades diferentes o su forma de ser simplemente no calza con la educación de colegios más tradicionales; son niños con talentos artísticos que no son potenciados; niños con mentes rápidas como un Ferrari, a los que les pedimos que anden a 20 km/h; pequeños con capacidades deportivas y de liderazgo tremendas, que serían adultos muy felices si trabajaran en espacios de libertad y movimiento.

Necesitamos una educación que se preocupe por conocer a los niños y potenciar sus talentos naturales, al mismo tiempo de ayudarlos a manejar sus defectos naturales. Si eso no ocurre tenemos el riesgo de convertirnos en adultos que a los 28 años entran en crisis existenciales tremendas, porque se dan cuenta que no tienen idea de quiénes son, por qué estudiaron cierta profesión y qué necesitan para ser felices.

Heridas emocionales

Es importante tomar conciencia de que un gran número de estos niños “problemáticos” tienen en realidad fuertes heridas emocionales. Los comportamientos de desorden, hiperactividad o agresividad son en realidad un llamado pidiendo atención, cariño y comprensión, porque el pequeño está sufriendo. Ni hablar de niños adolescentes ultra centrados en sus celulares, con tremendas dificultades para comunicar o para expresar lo que sienten. Los adultos nos quejamos de ellos, pero ¿alguna vez nos preocupamos de enseñarles o a darles herramientas para que expresen sus emociones (pena, dolor, rabia, soledad, etc.) y sepan manejarlas? Les aseguro que un par de horas extra a la semana, con tiempo de calidad entre padres e hijos, tiene efectos mucho más positivos que el último regalo de moda.

No podemos culpar a los niños de nuestros defectos como sociedad y tampoco podemos pretender que los pequeños son tontos, porque no lo son. Cada día son más inteligentes y rápidos. Ven nuestras incongruencias, defectos y aprenden de ellas. Así saben cómo manejarnos y manipularnos. Desesperados, intentan compensar sus vacíos emocionales y llenar sus carencias de la forma que sea.

Quizás, en vez de estar preocupados de generar más recursos para los niños, debamos estar más interesados en conocerlos, potenciarlos y escuchar sus verdaderas necesidades.

 

Columna: Pablo Flores, astrólogo psicológico y terapeuta. www.astrologiayterapias.cl