Catalina Larraín, psicóloga: “No existen manuales o recetas para ser madres o padres»
Desde el comienzo del embarazo los padres tienen temores, dudas y preocupaciones ante la llegada del bebé. Estas se van resolviendo en la medida que pasan las distintas etapas de esta nueva e intensa experiencia que conlleva la maternidad y paternidad.
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Catalina señala que claramente hay un cambio inevitable que debe ser conversado y compartido por ambos padres. Y es que la responsabilidad de estar a cargo de un hijo «24×7» no solo genera cambios en la pareja y el entorno, sino que en la mayoría de las madres se produce una transformación inmediata en la perspectiva del mundo. «La vida con un bebé ya no será la misma de antes, cambian las prioridades e implica una gran responsabilidad debido a su extrema vulnerabilidad y dependencia. Para el padre, en comparación con la madre, será un proceso más gradual y le tomará tiempo sumergirse en las profundidades de la paternidad, ya que no ha tenido contacto estrecho con el bebé como sí lo ha tenido la madre desde el embarazo y luego con la lactancia materna», puntualiza. De acuerdo con la psicóloga, otra preocupación y temor importante gira en torno al rol de ambos como padres: ¿seremos capaces de ser buenos padres? ¿Seremos capaces de cuidar y proteger a esta personita indefensa? Estas preguntas surgen desde el embarazo. Los cuestionamientos, dudas e inseguridades acerca de la competencia parental están en estrecha relación con la propia crianza. Si hubo falta de amor y cuidados estables y sensibles en uno o ambos padres, puede ser más difícil el ejercicio de una parentalidad respetuosa. «El embarazo y primer año posparto son periodos de gran vulnerabilidad para el desarrollo de un bebé y su futura salud mental. Por eso es necesario generar espacios de encuentro y acompañamiento para futuras madres y padres desde el embarazo. El objetivo es informar, apoyar, guiar y empoderarlos en su rol, para disminuir la ansiedad y el estrés que estas preocupaciones o temores pueden generar», acota. Al nacer, los órganos de un bebé (corazón, riñones, pulmones) están desarrollados, solo que son de menor tamaño que los de un adulto. Sin embargo, su cerebro es muy inmaduro y debe seguir desarrollándose en el ambiente extrauterino y a lo largo de los primeros años de vida. En su nacimiento, el ser humano es el mamífero más vulnerable y dependiente. Por lo que requiere de un adulto protector que lo regule y calme cada vez que llora, sienta incomodidad o alguna necesidad. Con el tiempo, a lo largo de los meses, gracias a los cuidados cariñosos de sus padres el bebé irá aprendiendo algunos recursos de autoconsuelo y regulación (como chuparse los dedos) y será capaz de esperar un momento para que respondan a su necesidad. Esto sucederá solo en la medida en que los padres o cuidadores respondan de manera pronta y amorosa a sus necesidades desde el comienzo de su vida. Desde el punto de vista del desarrollo del cerebro, un bebé nace con aproximadamente 100 mil millones de neuronas. Sin embargo, la mayoría de ellas no están conectadas. Es durante los 3 primeros años que el cerebro hace un gran esfuerzo para establecer dichas conexiones y madurar sus estructuras. Se ha comprobado que el proceso depende en gran medida de la calidad de los cuidados brindados durante ese período. [irp posts=»1782″ name=»Manual para padres primerizos»] Cada vez que hablan, miran, acarician, acogen y calman a su bebé cuando llora, y le brindan un cuidado amoroso de manera estable y consistente, están otorgando los nutrientes esenciales que estimulan el desarrollo de su cerebro y su seguridad emocional. Por medio de cuidados amorosos, los padres entran en sintonía con las necesidades de su hijo, se dan cuenta de que es un ser único, que tiene características propias y un temperamento, es decir, ciertas características biológicas que lo hacen reaccionar de una u otra manera frente a estímulos del entorno. Gracias a todos los estudios y aportes de las neurociencias sabemos que el entorno emocional que proveen los padres por medio de sus cuidados diarios (pensamientos, acciones y emociones) influencian en gran medida la trayectoria de salud o enfermedad de un niño desde que se está gestando en el útero. Si los padres toman conciencia de esto pueden hacer una gran diferencia en el desarrollo de sus hijos, dándoles el mejor comienzo en su vida desde el momento de su gestación. A los bebés les encanta oír la voz de sus padres. Por lo tanto, hay que hablarles, cantarles, balbucear y responder con entusiasmo a los sonidos y sonrisas que emitan espontáneamente. Puedes explicarle o narrarle en lenguaje simple las acciones que haces junto a él (vamos a tomar la papa, vamos a mudarte, vamos a descansar y a dormir, mira qué lindo tu hermano pues te viene a saludar). Aunque no comprenda el significado de las palabras, sí capta las emociones y sensaciones de tu narrativa. Esto lo calma, le da seguridad y estimula el desarrollo del lenguaje. A continuación se muestran algunos consejos: La maternidad es un aprendizaje diario, que comienza con nuestra propia experiencia de cuidados y crianza temprana. La manera en cómo fuimos cuidados, queridos y contenidos en nuestra infancia influirá en gran medida nuestra capacidad de cuidar al bebé. Sin embargo, y a pesar de eso, lo podemos aprender. No existen manuales ni recetas para ser madre o padre. Es un camino que se debe recorrer compartiendo tiempo con el bebé. De esta manera será posible conocerlo y aprender a reconocer su individualidad, gustos y preferencias para poder dar respuesta a sus necesidades. Cada hijo es único y diferente, no existe una sola manera de responder. Lo que es universal es la necesidad de todo ser humano de sentirse deseado, querido, importante y cuidado desde el inicio de su vida. Solo con el tiempo los padres se irán haciendo más competentes y expertos en leer las señales no verbales de su bebé, para atender prontamente a sus necesidades. Durante los primeros meses son muy importantes las redes de apoyo. Así la madre podrá descansar y recuperar fuerzas, luego de largas noches sin dormir y amamantar. Cuando existe una pareja, su rol es vital en tareas como mudar al bebé, limpiar, cocinar, etc. Así la madre tendrá espacios para recuperarse, estar disponible y con la tranquilidad que requiere para atender a las necesidades de su hijo, las que durante las primeras semanas giran principalmente en torno a la alimentación, el sueño y la muda. [irp posts=»11315″ name=»Consejos para el sueño del bebé»]
La psicóloga Catalina Larraín, de @espaciomam —comunidad que se especializa, acompaña y apoya a las futuras madres por medio de talleres desde el embarazo y hasta el primer año posparto—, explica que las principales preocupaciones se relacionan con la salud y bienestar del bebé (si tiene fiebre, vómitos, si sube o no de peso, si su leche lo alimenta, si logra entender su llanto y responder a sus necesidades). Los padres primerizos también temen que su pareja ya no tenga tiempo para ellos y que la relación y tiempo juntos se vea mermada por la llegada del bebé.
Dudas en el embarazo
Catalina, ¿qué es lo que más necesita un bebé de parte de sus padres?
¿Qué hacer para estimular el cerebro del bebé y potenciar su seguridad emocional y sano desarrollo?
¿Cómo favorecer el vínculo con el bebé?
¿Cómo se alcanza la intuición para saber qué necesita y cuándo debe ser confortado un bebé?