Radiografía a la salud mental de los chilenos
Poco a poco, la emergencia por el Covid fue quedando atrás. Los chilenos nos sacamos las mascarillas, volvimos a nuestros trabajos, colegios y actividades de ocio. Y aunque todavía siguen los contagios y se ha visto un incremento de enfermedades respiratorias generales, estamos tratando de convivir normalmente con esto como parte de la ecuación “salud enfermedad”. Sin embargo, existe un problema silencioso que venía arrastrándose de hace muchos años, que explotó con la pandemia, que siguió creciendo en 2022 y que, lamentablemente, nos seguirá acompañando en 2023: un deterioro en la salud mental de niños, jóvenes y adultos.
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La revista del INJUV de agosto del mismo año señaló que datos del Minsal mostraron que un 16,5% de los adolescentes tenía algún tipo de enfermedad mental. Y en junio del mismo año, Canal 24 horas se refirió a un informe realizado por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad de Chile junto al doctor en psicología infantil, Felipe Lecannelier, que revelaba que los niños chilenos sufrían la peor salud mental del mundo (15% de los niños a nivel global tenía problemas externalizantes como déficit atencional, hiperactividad o agresividad versus el 25% de los menores de 6 años en Chile / 12% a 16% de los niños chilenos tenían ansiedad y depresión, mientras que a nivel global solo era el 5%). El deterioro de la salud mental es un problema serio y hoy no resulta extraño escuchar acerca de amigos, familiares, vecinos, compañeros de colegio o de trabajo que están asistiendo o requiriendo horas para terapia psicológica o atención psiquiátrica. Las horas y los profesionales de este ámbito se han vuelto escasos ante la gran demanda, lo que muestra un avance en cuanto a la importancia de acceder a diagnóstico y tratamiento. Sin embargo, justamente por la gran demanda se hace necesario que a nivel país se avance muchísimo más en esta materia. Sonríe Mamá conversó con Romina León, psicóloga del Grupo Cetep, para conocer detalles de cómo está la salud mental en este término e inicio de un nuevo ciclo. El retorno a la presencialidad y a la vida sin restricciones se ha planteado como un desafío para todo el mundo. Podríamos asumir que tras 2 años aproximadamente, el regreso a la “normalidad” sería todo lo que las personas habrían deseado. Sin embargo, trajo consigo diversas dificultades a nivel de salud mental, lo cual es esperable en el sentido de que implica una readaptación y una progresiva recuperación de la confianza después de la amenaza del contagio y enfermedad por Covid. Conductas como quitarse la mascarilla, utilizar el transporte público o volver al trabajo o educación presencial se transformaron en aprensiones recurrentes para todos, derivando muchas veces en estrés, ansiedad o angustia. Desde el inicio de la pandemia se ha percibido un aumento en las consultas por salud mental, lo cual se ha vuelto algo sostenido con el retorno a la presencialidad. Hubo múltiples consecuencias de la pandemia que confluyeron en problemas de salud mental en niños tales como el desarrollo social, la tolerancia a la frustración y el control de impulsos en general, destacando en particular el comportamiento agresivo, además del retraso en el desarrollo de habilidades cognitivas e intelectuales como la lectoescritura. De todas estas consecuencias, la que aparece como mayormente disfuncional es el comportamiento agresivo que se ha puesto en evidencia en colegios de todo el país. Este problema ha traído implicancias graves en la vida de niños, niñas, adolescentes y adultos (cuerpo técnico y docente, y apoderados). Al día de hoy, una apreciación general de la salud mental de la juventud necesariamente nos obliga a observar el aumento de las tasas de intentos de suicidio y de abuso de alcohol y drogas. Este tipo de comportamientos podrían estar hablando de una necesidad por evadir una realidad que les está resultando intolerable y un aumento en cuadros depresivos donde los jóvenes no logran encontrar salida. La salud mental de los adultos se vio igualmente desafiada durante el 2022 por el retorno a la presencialidad y por todos los cambios sociales que ha estado atravesando nuestro país y el mundo entero. Las preocupaciones en torno a temáticas domésticas, las responsabilidades económicas y el trabajo aparecen como variables que influyen en el nivel de estrés, ansiedad, angustia y depresión que se han presentado. Vale la pena poner el foco en la comunicación efectiva y afectiva que se está generando al interior de las familias. El avance de la tecnología ha significado numerosas ventajas para nuestra sociedad, pero también a ratos puede propiciar el aislamiento y la falta de comunicación en casa. Recientemente, el padre de una paciente que está en psicoterapia me decía frustrado que, a pesar de vivir en la misma casa con su hija, habla más con ella a través de WhatsApp que cara a cara. Los niños crecen hipnotizados por pantallas coloridas y brillantes, los adolescentes prefieren encerrarse en las redes sociales y videojuegos, y los adultos se mantienen conectados a sus trabajos o responsabilidades 24×7 a través de estos dispositivos. Todo esto ha ido en desmedro de la comunicación al interior de las familias. Limitando el tiempo de conexión a los dispositivos tecnológicos, cuidando los espacios de reunión familiar, dejando algún momento del día para reunirse y ojalá conversar del día a día con los demás. Además, idealmente generar instancias de actividad recreativa o física fuera del hogar. Cuando se habla de automedicación, los chilenos tampoco “nos sacamos buena nota”. Según Senda, un 53% de las personas aumentó la ingesta de medicamentos sin receta médica durante la pandemia. Hoy se puede acceder fácilmente en ferias libres o algunas boticas de barrio a antidepresivos, ansiolíticos y otros fármacos, con el consiguiente riesgo para su salud. Por lo mismo, es fundamental buscar ayuda profesional si alguien presenta sintomatología relacionada con salud mental. Cuando los síntomas del paciente están limitando su vida y no le permiten realizar las actividades habituales que solía realizar, o cuando los síntomas han persistido por mucho tiempo y no se van, independiente de los esfuerzos que la persona haya realizado, se debería consultar con un psiquiatra. La salud mental es parte de la salud integral del ser humano, por lo que habitualmente cuando hay un padecimiento de salud mental también hay alguna desregularización del organismo que puede ser regulada con un diagnóstico oportuno y tratamiento adecuado. La psicoterapia tiene una función de reflexión, elaboración, comprensión y crecimiento que le permite al paciente adquirir habilidades y generar los cambios o ajustes en su comportamiento para, idealmente, no repetir los patrones que lo han llevado a desarrollar un cuadro de salud mental. El proceso psicoterapéutico es recomendable para todos, incluso en ausencia de alguna patología clara de salud mental, ya que, en función de nuestra naturaleza humana imperfecta, siempre tendremos algún aspecto que pueda resolverse o debilidades que se transforman en oportunidades de desarrollo y crecimiento. A la falta de educación respecto del tema de salud mental. Hasta hace no mucho tiempo, estos problemas se escondían con vergüenza y se evitaba la consulta con especialistas por temor a ser juzgados socialmente, discriminados o estigmatizados. Hoy en día se ha avanzado en la educación y socialización de la idea de que la salud mental es otro aspecto más de la salud del ser humano, por lo que todos somos susceptibles a padecer algún problema referido a ella o podemos consultar al respecto. Sin embargo, tal como dije antes, aún falta mucho para llegar a constituirnos como una sociedad con cultura de salud mental. Se ha creado una caricatura de la salud mental en torno al personaje del “loco” como un ser limitado y desadaptado, y se ha pretendido reducir la salud mental a esta caricatura. También está el vincular padecimientos de los afectos a una “debilidad”, o frases como “tienes que poner de tu parte”, como si la persona que está sufriendo pudiera manejar su problema exclusivamente con su voluntad. Otra idea errónea es concluir que una persona con ideación suicida podría estar pretendiendo o “llamando la atención”. Hay múltiples y diversos mitos y prejuicios que aparecen con demasiada frecuencia desafortunadamente. Visibilizando la temática como parte de un enfoque de salud integral. Esto es a partir de una comprensión del ser humano como una totalidad que incluye los aspectos físicos, psicológicos y sociales. Hay que darle importancia a la salud mental dentro de los programas de políticas públicas, a través del financiamiento y disponibilidad de profesionales preparados insertos en equipos multidisciplinarios que cuenten igualmente con la preparación para realizar una derivación oportuna cuando sea necesario. Es importante comprender que un diagnóstico y tratamiento adecuado y oportuno tiene, la mayoría de las veces, un buen pronóstico, por lo que resulta fundamental no restarse de consultar. A las personas que no se sienten bien y que aún no han consultado con un especialista les diría que sí hay salida, que el dolor y sufrimiento actual no dura para siempre y que puede pasar más rápido de lo que creen con un equipo que pueda brindarles el apoyo y tratamiento correspondiente.
Nadie puede negar que la pandemia fue dura en varios sentidos. Pero lo cierto es que, antes de su llegada, Chile ya mostraba señales preocupantes en cuanto a salud mental que salían a la luz a través de distintos medios. Por ejemplo, en 2019 Bio Bio Chile informó que, según la ONG Mente Sana, había más de 1 millón de chilenos con ansiedad y cerca de 850 mil con depresión.
Atentos a nuestro entorno
El 2022 volvimos a la normalidad tras la pandemia. ¿Qué implicancias trajo para la salud mental de los chilenos?
¿Cuál es tu visión de la salud mental de los niños en este momento?
¿Cuál es tu visión de la salud mental de los jóvenes?
¿Y cuál es tu visión de la salud mental de los adultos?
Pensando en la familia, ¿cuáles son las problemáticas actuales que dicen relación con la salud mental?
¿Cómo podemos abordar el abuso de pantallas?
Tratamiento adecuado
¿En qué casos se hace necesario un tratamiento farmacológico?
¿Cuándo se recomienda la psicoterapia?
Hay quienes sienten vergüenza de reconocer que necesitan ayuda. ¿A qué se debe?
Pensando en mitos, miedos o recelos, ¿podrías describir algunos?
A tu juicio, ¿cómo podría apoyarse el que las personas tengan acceso a más y mejor salud mental?