Cómo abordar la educación sexual con los hijos desde que son pequeños
Como mamá de dos hijos —Blanca de dos años y medio y Santiago de 6 años— Caroline se enfrentó al tema de la educación sexual cuando su hijo le comenzó a hacer preguntas sobre su cuerpo. Para ella es importante poder llamar a los genitales por su nombre correcto. Además, señala que como padres debemos transmitirles que el cuerpo es sagrado, que nadie externo puede tocar o mirar y que hay zonas que son privadas. “Mi hija pequeña está con control de esfínter en el jardín y le mencioné que solo ciertas personas (sus maestras de jardín) pueden cambiarla y ayudarla”, explica.
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La experiencia de Caroline nos hace reflexionar sobre cómo los padres pueden abordar la educación sexual en toda su magnitud desde que los hijos son pequeños. Y es que hoy existe mayor evidencia sobre los beneficios que surgen cuando los padres conversan y educan a sus hijos en este tema, construyendo así una sexualidad futura sana y con mayor bienestar. El psicólogo y doctor en sexualidad humana, Rodrigo Jarpa, es el autor de un libro que responde las principales dudas de los padres y que puede ser una buena guía para conversar con los hijos. ¿Su nombre? “Cómo educar niños y niñas sexualmente inteligentes” (Ediciones Urano). Desde las primeras páginas, el experto señala que al asumir la responsabilidad de educar niños sexualmente inteligentes estaremos invirtiendo en que se den, con mayor probabilidad, estos beneficios: ¿Y qué padre o madre no desea esto para sus hijos? Por esa razón, aunque cueste, el mejor camino es que ellos asuman este importante rol educativo con la intención de aportar al bienestar futuro de los hijos. Jarpa señala que diversos estudios han demostrado que el grupo de pares y los medios de comunicación pueden ser fuente de información sexual con mucha influencia en los hijos. Frente a esta realidad, la idea es que sean los padres la influencia más significativa y positiva en su sexualidad. “A esto se suma que la educación en colegios —incluida la sexual cuando existe— por lo general se limita a la mera entrega de información y datos a memorizar. Y es que saber sobre biología, infecciones de transmisión sexual y embarazos es importante, pero no suficiente. Si no hay espacio para la inteligencia emocional o para los aspectos valóricos o sociales, se le hace un flaco favor al desarrollo de niños sexualmente inteligentes”, explica. En este sentido, el psicólogo sugiere a los padres: Cada familia es un mundo propio y existen algunas con profundas creencias religiosas o modelos de crianza heredados de los padres, donde puede ser más difícil conversar sobre sexualidad o donde puede haber reglas estrictas en cuanto a intimidad, relaciones amorosas, virginidad, etc. Al respecto, Jarpa señala que es crucial respetar las creencias religiosas y/o valóricas de cada familia. Por eso, más que decir qué hacer o no hacer, la invitación es a trabajar con los valores personales que tenemos, para luego determinar aquellos que se consideran más importantes. “Quizás esto nos puede llevar a darnos cuenta de que hay ciertas creencias o mandatos que hemos heredado de nuestros padres o de la religión que no queremos seguir perpetuando y no queremos inculcar en nuestros hijos”, explica. El modelo familiar influye también en los límites de la intimidad. Por ejemplo, si los padres acostumbran a bañarse con sus hijos no hay una edad concreta para dejar de hacerlo, ya que esto dependerá del contexto, de las costumbres familiares y, por sobre todo, de las características individuales de cada niño, considerando que todos son diferentes. Por ejemplo, habrá algunos que comiencen a sentir incomodidad o pudor y eviten que los padres los bañen (o bañarse juntos) a los 5 años, así como otros puede que no lo hagan nunca. “Esto no quiere decir que sea recomendable seguir haciéndolo hasta los 30… Es nuestra tarea como adultos permitirles que vayan generando su propio espacio íntimo, ayudándoles a que se diferencien de nosotros y se enfrenten gradualmente a la separación necesaria para desarrollar su propia sexualidad”, acota Rodrigo Jarpa. Lo mismo sucede con el tema de que los hijos vean a sus padres sin ropa o al revés: dependerá del contexto y de cómo cada uno se sienta con la desnudez. Todas las familias tienen costumbres diferentes al respecto. En general, desde los 6 años los niños pueden empezar a manifestar pudor frente a sus padres. En ese momento, es recomendable validar cómo se sienten, evitando ridiculizar o invalidar sus deseos de intimidad. “Lo ideal es que reforcemos el concepto de intimidad pero con naturalidad y tranquilidad frente a la desnudez, para que crezcan sintiendo aceptación del propio cuerpo”, explica. El psicólogo aborda algunos mitos relacionados con educación sexual, los que suelen basarse en miedos o temores infundados. Aquí van algunos ejemplos: Las investigaciones demuestran que quienes reciben información adecuada de parte de sus padres en la infancia, suelen retrasar el comienzo de su actividad sexual y tienen mayores niveles de salud y bienestar sexual. Niños y jóvenes están expuestos constantemente a mensajes que pueden ser perjudiciales y contradictorios a través de los pares, internet y medios de comunicación. Los programas de educación sexual no enseñan la biomecánica del sexo ni posiciones sexuales, sino que brindan información y habilidades adecuadas a distintas edades y etapas de desarrollo para ayudarlos a retrasar la iniciación sexual y protegerse cuando empiecen a ser sexualmente activos. La educación sexual abarca múltiples dimensiones y los niños comienzan a desarrollarlas y construirlas desde muy temprano. En la experiencia de Países Bajos, los niños de kínder hasta segundo básico aprenden sobre las estructuras familiares, las partes del cuerpo y qué hacer si alguien los toca de forma inapropiada. Más adelante, abordan el desarrollo físico y la autoimagen, las relaciones íntimas y la reproducción. Junto a esto, se enfocan en la seguridad, la confianza y el desarrollo de la autoestima. Al llegar a la adolescencia, estos jóvenes muestran un comportamiento sexual más reflexivo y maduro. Muchos padres piensan que para hablar de educación sexual con sus hijos deben sentarse con ellos de manera muy organizada y casi con un aura de reunión trascendental. También tienen dudas sobre cuál es el momento o edad más adecuada. Sin embargo, el experto señala que no hay una edad específica y, más importante aún, no se trata de una conversación o “de la charla”. Se trata más bien de un proceso de comunicación y vinculación marcado por cientos de pequeños momentos y conversaciones, que son más fáciles de digerir, que preparan el escenario para diálogos abiertos y honestos sobre sexualidad y relaciones futuras. Y es que con la educación sexual educamos constantemente a través de palabras que se dicen y no se dicen, gestos, caricias o muestras de afecto que se dan o que se omiten. Educamos con la actitud hacia nuestra propia sexualidad y con la forma en que vivimos con nuestros cuerpos. “A medida que los niños crecen comienzan a mostrar nuevos comportamientos y a tener curiosidad sobre ciertos temas. Por ejemplo, los niños de 4 años suelen estar muy interesados en la procedencia de los bebés. Más allá de las pautas rígidas que definen qué decir edad por edad, las preguntas deben responderse a medida que surgen, para que la curiosidad natural de los niños se satisfaga según crecen. Sin embargo, algunos conocimientos o preguntas no surgen en ellos de forma espontánea y hay cierta información que es fundamental que conozcan, como todo lo relacionado con el manejo de los secretos, que sepan que tienen derecho a decir que no y a poner límites, que hay cosas que solo se hacen en privado o que pueden recurrir a nosotros cada vez que lo necesiten”, sostiene el psicólogo. Rodrigo Jarpa explica que, de todas maneras, es fundamental saber cómo comunicarnos con los hijos, tener conversaciones constructivas, responder a sus preguntas, entregarles información y lograr que nos escuchen. Esto porque la información acerca de sexualidad que reciban de nosotros probablemente será la más precisa y confiable. A continuación, el experto enumera algunas sugerencias y estrategias para comunicarse con los hijos de manera más efectiva: Este es un tema que genera mucha ansiedad en los padres. Pero según el experto, hacernos cargo de su prevención no implica quitarles la inocencia, hacerlos vivir con miedo o traumatizarlos. Estas son algunas de sus recomendaciones: Por: Cristina González, editora.
Como familia optaron porque la cuidadora de los niños —que no pertenece al grupo familiar— los bañe con traje de baño, ya que su hijo más grande se siente más cómodo frente a ella de ese modo. “Me parece super importante abordar este tema con los niños desde pequeños para ir respondiendo sus dudas y así llegar con mayor confianza a la adolescencia, donde se plantearán más profundamente otras inquietudes”, comenta.
Padres: influencia más significativa
Valores familiares
Mitos
1-“Si le hablo de sexo a mi hija/o puede creer que le estoy dando carta blanca”
2-“La educación sexual les quita la inocencia”
3-“La educación sexual puede ser útil para jóvenes y adolescentes, pero no para niños menores”
No hay edad específica
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Abuso sexual