Pero los avances de la medicina han derribado varios mitos o prácticas relacionadas con la salud que hoy claramente no resultan recomendables.
Para estar más informadas, Carmen Gloria Bórquez —matrona del portal Decidoinformada.cl—, nos aclara varios detalles acerca de las duchas vaginales.
Conociendo la vagina
La vagina es un órgano sexual que no es naturalmente estéril (es decir, libre de bacterias), sino que contiene colonias de microorganismos muy diversos que cumplen una función común de protección. A esto se le llama microbiota vaginal, de gran importancia contra cualquier enfermedad de la zona genital.
«Cuando hablamos de que hay microorganismos dentro de nuestros genitales, que nos protegen, lo hacemos bajo el concepto de un equilibrio. Cuando por alguna razón este equilibrio no se respeta, aparecen ciertos síntomas y esos microorganismos inofensivos y protectores pasan a ser molestos, tediosos y hasta peligrosos», detalla la matrona.
¿Una práctica con historia?
La mayor parte de nuestra vida la vagina es más ácida que neutra. Durante la vida fértil, las hormonas y los microorganismos que viven en nuestra vulva y vagina crecen en un ambiente ácido o que tiende al él (pH 4.5 – 5).
De acuerdo con la matrona del portal Decidoinformada.cl, ciertos hábitos como la higiene íntima con productos inadecuados (vinagre, bicarbonato de sodio), introducidos mediante duchas vaginales, podrían alterar el ambiente vaginal.
Cabe señalar que el término “ducha” significa lavar o empapar, y consiste en lavar o limpiar la parte interna de la vagina con agua u otras mezclas de líquidos.
«Históricamente hay conocimiento del uso de duchas vaginales. El papiro de Kahum revela, por ejemplo, que 1.850 años antes de Cristo los egipcios ya practicaban la irrigación vaginal con una mezcla de miel y carbonato de sodio (natrón) como anticonceptivo. La miel actuaba como barrera y el natrón como espermicida. A principios del siglo XIX era popular la ducha vaginal con agua que, a veces, contenía antisépticos, fragancias y vinagre», comenta Carmen Gloria Bórquez.
Consecuencias de la ducha vaginal
La experta señala que las mujeres que utilizan ducha vaginal lo hacen por diversos motivos. Puede ser para evitar el embarazo, eliminar residuos de menstruación, evitar el mal olor y las infecciones vaginales después de las relaciones sexuales. Muchas también la utilizan para higienizar el interior de la vagina. Pero esto no es necesario porque la vagina se limpia naturalmente mediante la formación de mucosa, la cual barre con la sangre, el semen y el flujo vaginal.
«Una vagina saludable tiene bacterias benignas y nocivas. El equilibrio de las bacterias ayuda a mantener un ambiente ácido, el cual protege de infecciones e irritaciones», destaca.
Lo cierto es que la ducha vaginal puede tener las siguientes consecuencias:
- Un crecimiento exagerado de las bacterias nocivas. Esto puede originar infecciones vaginales tales como candidiasis vaginal o vaginosis bacteriana.
- Si ya existe una infección vaginal es posible que la ducha empuje las bacterias provocando una infección más arriba, en el útero, en las trompas de Falopio y en los ovarios.
Por todo esto, la mayoría de los médicos ginecólogos y matronas NO RECOMIENDAN la ducha vaginal porque puede alterar el equilibrio indispensable de la flora vaginal y la acidez natural de una vagina sana.
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