Jacinta Concha: Por una maternidad libre, consciente y feliz
A través de las redes sociales se puede llegar a muchas personas en cualquier parte del mundo. Quizás por ello han surgido con fuerza cuentas educativas en los más diversos temas: nutrición, salud, escolar, jardinería, crianza, etc. Y justamente con el objetivo de llegar a muchas mamás preocupadas por su experiencia de maternidad, lactancia o sueño de sus hijos es que Jacinta Concha creó una comunidad en Instagram llamada @maternidadyfamilia.
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Conversamos con Jacinta para conocer más profundamente su visión sobre la maternidad, la crianza, la familia, la educación escolar y la experiencia de manejar una comunidad que demanda contenidos para ser mejores y felices padres. Cuando me convertí en mamá, después de mi experiencia de lactancia me di cuenta de que muchas veces llegamos a la maternidad sin saber nada, y sobre todo muy solas. Este tema fue desafiante para mí, nunca imaginé que demandara tanto. Me propuse vivir un día a la vez y al final terminé tan enamorada de “dar pechuga” que decidí certificarme para acompañar a otras mamás. Me di cuenta de que lo realmente difícil no es la lactancia, sino la falta de apoyo y de información, el vivir la maternidad en soledad y la infantilización de las mujeres. Creé @maternidadyfamilia para llegar a más mujeres y para gritarle al mundo que la maternidad es maravillosa si la vivimos con libertad, con apoyo y con madurez. Ahí comencé compartiendo mis experiencias y entregando información. Cuando terminé mi certificación de lactancia (mayo de 2019) sentí que no era suficiente. Tuve la suerte de estar un año como voluntaria en la clínica de lactancia del hospital donde trabajaba. Eso me entregó la práctica que le faltó a mi certificación. Después de unos meses acompañando de forma voluntaria a mujeres en período de lactancia me di cuenta de que tanto la lactancia como el sueño infantil eran como enemigos para muchas mamás, siendo que en mi experiencia personal habían sido grandes aliados. Por eso decidí certificarme también como asesora de sueño infantil, ayudando a familias de todo el mundo a descansar mejor. El tema del sueño es el más recurrente. Y en cuanto a la lactancia, me contactan mucho por el dolor al dar papa. A veces llegan mamás con unas heridas horribles en los pezones, que duelen bastante. Por eso insisto tanto en tomar una asesoría prenatal de lactancia, porque hay molestias que nos podemos ahorrar. En cuanto al sueño, a veces las expectativas poco realistas sobre el tema hacen que el golpe de realidad sea muy duro. Los recién nacidos despiertan durante la noche y eso es lo normal, lo sano y lo esperado. Pretender que duerman como un adulto solo hace que nos frustremos y creamos que estamos haciendo algo mal, insegurizando nuestra maternidad. Conocer la fisiología del sueño infantil es fundamental para manejarlo, además de seguir estrategias durante el día, manejar rutinas y rituales de sueño. No recomiendo en mis asesorías dejar llorar al bebé, porque eso le enseña a no llamarte cuando necesita algo. Lo que más guardo en el corazón, y es lo que resuena en mí cada vez que escribo una publicación o hago una asesoría, es inspirar a cada mujer a vivir su maternidad como realmente quiere vivirla, pudiendo tomar decisiones conscientes y libres que la lleven a disfrutar y sentirse feliz en su nuevo rol de mamá. A mí me pasó que me habían traumado mucho con la maternidad, como si todo fuera horrible: “Uf, prepárate para no dormir”, “Vas a perder tu libertad”, “La lactancia es terrible”, “Déjalo llorar o nunca vas a dormir”, y mil cosas más. Cuando nació mi hijo mayor descubrí en mí unas alas enormes que me permitieron volar muy alto y llegar donde nunca imaginé que era capaz. Es verdad, la maternidad es desafiante y las guagüitas (y después más grandes) también demandan mucho, pero si vivimos esto con madurez, con información y dejando que nuestro instinto nos empodere se vuelve maravilloso. Ello implica sentirnos seguras, empoderadas, libres… y lamentablemente no se da tanto. A las primerizas muchas veces se las trata como niñitas, las infantilizan. Por eso insisto en que cada una se sienta libre de vivir la maternidad que quiere. Hay muchas formas de ser una buena mamá. Antes que todo debo decir que esto me apasiona, al punto que siento que no es un trabajo. Tengo un enfoque integral, es decir, no me centro solo en que la guagua coma y duerma, sino que busco con equilibrio el bienestar tanto de la mamá como de la guagua. Respeto cada una de las formas de criar, convencida de que toda mujer se guía por el amor en la crianza de sus hijos, aunque a mí no me parezcan las mejores formas. A veces me han contactado mujeres embarazadas que no quieren dar pecho, y piden mis asesorías para cortarse la leche desde el parto… En esos casos, con el mismo cariño y dedicación las acompaño. Cada una de mis asesorías son personalizadas, combinando lactancia y sueño. Mi tono es alegre, cercano, optimista y aterrizado, y al mismo tiempo profundo. No soy para nada de imponer una verdad absoluta. Hay tantas maternidades como mamás e hijos en el mundo. Creo que los niños siguen siendo los mismos de siempre: con ganas de jugar, de tener contacto cercano y cariño. Somos los adultos los que hemos cambiado, pues nos cuesta cada vez más conectarnos con nuestras emociones, con nuestra propia infancia y finalmente con nuestros hijos. Además, vivimos en un mundo muy acelerado y enfocado en el hacer. Y los niños requieren tiempo, el mismo que han requerido siempre, y ese tiempo nos cuesta más darlo a los padres de hoy. Pensando en las mamás puntualmente, creo que estamos deseosas de entregar lo mejor a nuestros hijos y no repetir los errores que pudieron cometer con nosotras. Esto es positivo, pero al mismo tiempo podría confundirse con una especie de perfeccionismo de querer ser la madre perfecta, lo que es muy agobiante y estresante. En ese minuto es cuando debemos poner a cuota de equilibrio: saber más y acceder a más información, pero siguiendo el instinto. Lo cierto es que la crianza de mis abuelos y la crianza de mis padres tenía sus cosas particulares y diferentes dependiendo de sus respectivas épocas. Pero en términos generales rescato de ellos el sentido de familia y su importancia, y el sentido de la responsabilidad. Mis papás hicieron que nuestro hogar fuera un lugar acogedor, independiente de la edad. Por otra parte, valoro mucho en las mujeres de la familia la femineidad y su aporte importantísimo al interior de la familia. En cuanto a mis hijos, mi gran tarea es educarlos en el mundo emocional, que sean capaces de reconocer sus emociones y aprovechar cada una de ellas sabiendo manejarlas. Y no me refiero a reprimirlas, sino encauzarlas para no herir a los demás, por ejemplo. También quiero replicar el ser un hogar de acogida. Por una parte, sentirnos libres como padres de hacer lo que nos funcione mejor. Mi lema es “Haz lo que te funcione”, mientras esto sea respetuoso y amoroso. Y por otra parte está el hecho de compatibilizar nuestras otras facetas con la maternidad. Estamos muy al debe como sociedad de hacer que la maternidad sea cada vez más compatible con el desarrollo profesional. Hice clases en España, Colombia y Chile. Me encanta enseñar, y aunque para muchos sea difícil creerlo, me encantan los adolescentes. Esa edad desafiante, llena de preguntas, de rebeldías, de necesidad de ser aceptados, sedientos de libertad y al mismo tiempo tan necesitados de límites firmes y amorosos que les entreguen seguridad. Creo que ser educador es de los trabajos más agotadores que existen. No te puedes desconectar ni un segundo para no perder el control del grupo. Además, los horarios no se pueden flexibilizar porque tienes que estar sí o sí frente al curso en ciertas horas. Pero al mismo tiempo creo que es un trabajo precioso. Un buen o mal profesor puede marcarte. Yo creo que todos recordamos con cariño a ese profesor o profesora que nos enseñó algo más que la malla curricular. Me encanta enseñar y transmitir más que solo conocimientos académicos. Por eso amo también lo que hago ahora, porque no es solo técnica de lactancia y sueño, sino acompañamiento. El foco debe estar en los docentes. Y no por los docentes en sí, sino por nuestros niños, para que cada profesor(a) pueda entregar conocimientos considerando cómo es cada niño, sin encasillarlo ni pretendiendo enseñar lo mismo a personas que son totalmente diferentes entre sí. Cada uno aprende de una forma diferente y es difícil responder a esa necesidad cuando tienes un curso con 40 alumnos, con una malla curricular inabarcable, con una exigencia tremenda y malos sueldos. Mientras la vocación de profesor no sea valorada en nuestra sociedad, difícilmente tendremos a los mejores en esta profesión. Veo con una pena inmensa cómo, desde la pandemia, muchos profesores en vez de buscar volver a la presencialidad luchan porque los niños sigan en sus casas. Creo que cualquier profesor sabe la importancia de la presencialidad y del contacto directo con el alumno. Y mientras más significativo sea un adulto para un niño, más fácilmente aprenderá lo que ese adulto le enseñe. Si bien me encanta enseñar, la educación de nuestro país me desilusiona mucho. Me daba tristeza ver a alumnos perder sus talentos y su forma única de ser… Porque en general solo se valoran las asignaturas “convencionales”, por decirlo así. El niño que es bueno para arte, deporte o música la mayoría de las veces se pierde porque es poco reconocido. Además, ese niño bueno para el arte tiene apenas dos horas a la semana y tiene que pasar más de quince horas en ramos matemáticos o científicos, cuando sus intereses no van por ahí. Al mismo tiempo, como es tanto el contenido exigido por el Ministerio a veces termina pasándose todo de una forma aburrida que desincentiva las ganas de aprender, de profundizar, de encontrar las propias formas de adquirir conocimientos significativos. Capacitar a los docentes en nuevas formas de enseñanza y rediseñar la malla con los contenidos realmente significativos es clave para una mejor educación.
Jacinta, además de mamá de Rodrigo (4 años) y Santiago (2 años), es profesora con magíster en educación, y en orientación y mediación familiar. Trabajó en el área de educación de la Fundación Desafío Levantemos Chile, fue profesora de educación cívica y de voluntariado en el Colegio Everest y se desempeñó en la gerencia de Responsabilidad Social de la Red de Salud UC-Christus. Tras eso decidió certificarse como asesora de lactancia y de sueño infantil, labor a la que actualmente se dedica a través de charlas, talleres y contenido de redes sociales. Y lo mejor de todo: desde la nortina ciudad de Antofagasta, donde tuvo que trasladarse con su familia por el trabajo de su marido.
Jacinta, ¿cómo y por qué nació @maternidadyfamilia?
¿Cuáles son los temas que más te consultan?
¿Cuál es tu objetivo con esta comunidad?
¿Qué es lo más importante en tu labor como asesora?
¿Cómo observas a los niños de hoy?
Y justamente en el tema de los padres, ¿qué los caracteriza?
¿Qué cosas rescatas de la crianza que les dieron tus abuelos a tus padres y tus padres a ti, y que te gustaría traspasar a tus hijos?
¿Cuál es a tu juicio el mayor desafío de la crianza?
Una mirada al mundo escolar
En tu rol de educadora, ¿cómo fue tu experiencia en colegios?
¿Dónde crees que debiese estar el foco de la educación escolar?
¿Harías cambios a la malla curricular?
Los infaltables de Jacinta para una buena crianza